Cáritas insiste en dar una 'respuesta humanitaria' a toxicómanos 'sin techo'

El director de Cáritas en Vizcaya, Fernando Huarte, entiende que los vecinos del lugar donde se abrió el centro de atención nocturna a drogodependientes Hontza -cerrado a los 14 días ante las protestas vecinales- tengan ciertos temores, pero insiste en que su rechazo es fruto de 'unos peligros irreales, que ni han sucedido, ni tienen que suceder'. Huarte aboga por reabrir 'próximamente' el centro gestionado por Cáritas para dar 'una respuesta humanitaria' a los toxicómanos sin techo de Bilbao.

El consejero de Asuntos Sociales, Javier Madrazo, ayer, la ararteko y el vicario de Bilbao, la semana pasada, reclamaron la reapertura de Hontza, que, precisa Huarte, no es un albergue con camas ni una narcosala donde drogarse. El Ayuntamiento de Bilbao apoya el centro, aunque Cáritas desearía que lo hiciera de un modo más firme y explícito.

El director de Cáritas en Vizcaya asegura a este periódico que el principal motivo para la reapertura es que 'la ciudad tiene que hacerse cargo de esos otros ciudadanos que no gustan, pero que están ahí, tirados bajo los puentes'. Y añade: 'Lo que pretendemos es dar una respuesta humanitaria para que estén recogidos, para que tengan menos riesgos para su salud y la de los demás'.

'Creo que hay que reabrir [Hontza] porque creo que no hay razones para no hacerlo, porque el colectivo [de los toxicómanos sin techo] está desatendido', subraya Huarte. Éste recuerda que hace una década hubo también unas tremedas protestas ciudadanas ante la apertura de Bietxeak, una casa de acogida para enfermos de sida sin respaldo familiar. 'Parecía que allí se iban a acumular todos los males del mundo, que el virus iba a contagiar a todos y que irían todos los camellos. No ha sido así', rememora Huarte, quien trabajó allí como psicólogo.

Huarte sostiene que las razones que dan los vecinos para oponerse (mayor inseguridad, presencia de jeringuillas, etcétera) 'no son reales'. Un informe policial confirmó esta afirmación. Huarte es, de todos modos, partidario de crear una comisión de seguimiento, en la que participen los vecinos, el Ayuntamiento y Cáritas, que evalúe el funcionamiento de Hontza una vez reabierto.

A su juicio, 'si [Hontza] se cierra definitivamente, será muy difícil mantener y justificar las obras sociales que están en todo el entorno'. 'Creo que hay unos miedos [entre el vecindario] que no son razonables. Ahora, entiendo que no guste', afirma Huarte, quien asegura que 'cuando se atiende a las personas no se crean problemas, sino que se solucionan'. Admite que no se le puede pedir a Cáritas que rehabilite a estos toxicómanos 'porque son personas que en este momento no son capaces de utilizar aquellos servicios pensados para su rehabilitación, por otras personas, que lo han intentado pero han fracasado'.

Relata Huarte que aunque al abrir el local pensaron que podía haber tensiones entre los usuarios, lo cierto es que no hubo ningun altercado entre ellos. Unos 95 toxicómanos pasaron por allí a ducharse, a tomar un café, a que les escucharan, a intercambiar las jeringuillas, a curarse una herida, a descansar en una tumbona,... 'en poco tiempo mostraron cariño por lo que tenían allí'.