Desacuerdo para la solución de los malos olores en el Guadalhorce
La depuradora del Guadalhorce lleva menos de dos años en funcionamiento, pero ya ha generado abundante polémica. Los malos olores que produce han sido no sólo motivo de queja de las empresas del polígono en el que está ubicada, sino también de enfrentamiento entre la Junta y el Ayuntamiento de Málaga. Ambas administraciones discrepan sobre la solución más adecuada para acabar con el 'desagradable impacto medioambiental', ya que mientras la Delegación de Obras Públicas achaca el problema a la mala gestión de la planta por parte de la Empresa Municipal de Aguas (Emasa), el consistorio lo atribuye a que la consejería -que hizo la obra- la diseñó sin cubierta para abaratar costes.
La depuradora entró en marcha en febrero de 2000. Su construcción le costó a la Junta cerca de 4.800 millones de pesetas. La planta depura las aguas residuales de la capital y de Torremolinos, un servicio que puede ampliarse a Alhaurín de la Torre y Alhaurín el Grande con una inversión de otros 2.000 millones. Por ahora limpia unos 140.000 metros cúbicos por día, que luego son arrojados al mar por un emisario situado a dos kilómetros de la costa.
De momento, ambas administraciones han acordado instalar sistemas para el secado mecánico y térmico de los lodos, dos pasos que no eliminarán los malos olores, pero que contribuirán a su reducción. El primer proceso será afrontado por Emasa y costará unos 700 millones; el segundo corresponderá a Obras Públicas, que deberá aportar unos 1.500 millones.
Depuradora pequeña
En lo que no hay acuerdo es en la solución definitiva. Para el gerente de la empresa municipal, José Luis Rodríguez, la raíz del problema es que la depuradora ya nació pequeña: 'Cumple las normas, pero sin holgura. Además, si se hubiera cubierto la planta desde el primer día, no hubiera tenido tantos problemas, pero habría costado por lo menos el triple'. En junio, el PP llevó al pleno una moción, que fue aprobada por unanimidad, para solicitar a la Junta su participación 'técnica y económica en las obras de cubrimiento'.
Según los técnicos de Obras Públicas, estos trabajos costarían unos 4.000 millones, no garantizarían la eliminación de los malos olores e incluso daría lugar a la acumulación de gases. Para el delegado provincial, Enrique Salvo, 'el problema es la gestión' de Emasa porque con una mayor oxigenación del agua y una disminución de la fermentación se paliaría la pestilencia que genera la planta. Aunque la Junta prevé una inversión de 300 millones para tapar el tramo de entrada de las aguas residuales, no considera que el cubrimiento total sea la solución.
Mientras Rodríguez critica que Obras Públicas haya construido una depuradora 'tan justa y con cuellos de botella sin alternativa que cuando se rompen paran todo el proceso', Salvo reprocha que el ayuntamiento no haya hecho ni la mitad de lo acordado en el convenio con la consejería.
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