El regreso a casa de Martín Patino
El director busca capturar en 'Octavia' el paso del tiempo y las huellas familiares
'Paul, a tu aire, tranquilo'. Muy suave, Basilio Martín Patino se dirige al actor Paul Naschy en un pasillo de la Cámara de Comercio salmantina donde ruedan con el actor argentino, Miguel Ángel Solá, una secuencia de Octavia... Ni siquiera es el director el que da la orden de 'acción'. De ello se encarga su ayudante Arantxa Aguirre. Todo es exquisitez y suavidad, incluso en momentos algo delicados del rodaje, lo que rodea a este cineasta de 71 años, que confiesa que no se siente un profesional del cine, que lo hace en la medida en que a él le gusta. Sólo que ahora ha aparecido algo que le apetece, después de diez años desde su último largometraje, La seducción del caos, y de una serie televisiva sobre Andalucía que rodó entre 1994 y 1996. Y es Octavia..., una historia que le tienta para hablar de Salamanca, sus referencias, el paso del tiempo, su evolución, sus calles, sus personajes. 'Es una pasión, un juego, hago cosas raras, soy incapaz de pensar en el público', señala, casi escondido entre los miembros del equipo, que camina como en volandas y se expresa de manera delicada.
Octavia..., escrita por Martín Patino, y protagonizada por Solá, Margarita Lozano, Antonia San Juan, Menh Wai y Blanca Oteiza, entre otros muchos, es una producción al 50% del Consorcio Salamanca 2002 y de la productora La Linterna Mágica, con un presupuesto de 375 millones de pesetas.
La historia, narrada en tiempo presente y sin vueltas atrás, cuenta el regreso a Salamanca después de 40 años de ruptura familiar de Rodrigo Maldonado de Lis (Miguel Ángel Solá), un aristócrata inquieto, mesiánico y contradictorio. En Salamanca, se topa con todo su pasado: una hija desconocida, Manuela (Antonia San Juan); una nieta, Octavia (Menh Wai), y una prima, La Doña (Margarita Lozano) que sostiene con una mezcla de autoridad y cariño lo que queda de la dinastía familiar. Todo esto se mezcla con la inquietante investigación de los antecedentes revolucionarios y de espionaje de Maldonado.
Si algo tenía claro Martín Patino era la estructura en presente de su película, sin vueltas atrás. Enemigo de los flash back, el director quiere meterse en la mente del espectador, ofrecerle sin imágenes reales, sino a través de las emociones y palabras de los intérpretes, todo el pasado rico o doloroso de los personajes. Y todo ese mundo imaginario lo hace de manera descarada y descarnada. El propio Martín Patino confiesa que al ver las interpretaciones de los actores ha caído víctima de su propia emoción, como cuando Antonia San Juan contó ante la cámara su pasado de religiosa que vive en la selva su aventura más fantástica con un guerrillero que le hace una hija natural. 'Todo lo que no se ve en pantalla enriquece la realidad, más que todo el realismo de Hollywood', afirma.
Tan real como las piedras de Salamanca que está descubriendo el argentino Miguel Ángel Solá de la mano de Martín Patino. 'Trato de comprender los sentimientos de Maldonado e irán apareciendo en la medida que tome contacto con la vida que dejó, con las piedras de Salamanca', asegura Solá, instalado en España desde hace dos años, y que no para quieto en el rodaje, colaborando e interesándose por todo.
Y mientras, suena en silencio, otra vez en la imaginación de Martín Patino, la música de Pergolesi, su obra Stabat Mater, en una versión de la cantante Teresa Berganza. 'Será la única música con la que voy a jugar en la película. Me la imagino en cada escena'. Y por como lo dice, es seguro que disfruta y hasta que la canta.
Retrato de una generación
De Salamanca a ninguna parte es un documental sobre una generación perdida, aquella nacida a raíz de las Conversaciones de Salamanca en 1955 y que fue conocida como Nuevo Cine Español. Fueron un buen puñado de cineastas -Basilio Martín Patino, José Luis Borau, Mario Camus, Carlos Saura...-,que mostraron en sus películas la realidad social de nuestro país. El documental, dirigido por Chema de la Peña y producido por Artimaña Producciones, da la voz a los protagonistas, sin la utilización de la voz en off. 'No me interesa ser juez y parte, que cada uno saque sus propias conclusiones', afirma su director.
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