Habermas pide que se intensifique el diálogo entre culturas y religiones
El filósofo vivo más importante de Alemania recibe hoy en Francfort el Premio de la Paz
La comparecencia ayer ante los medios de comunicación de Jürgen Habermas (Düsseldorf, 1929) era esperada con expectación en Francfort. Todo el mundo estaba convencido de que iba a hablar de las repercusiones de los atentados terroristas en Estados Unidos y así lo hizo, en un tono conciliador. Habermas afirmó que 'el diálogo entre culturas y religiones debe intensificarse y tiene que hacerse de una manera distinta de como se ha llevado hasta ahora'.
La reacción es crear un Estado de seguridad, con medidas financieras y policiales, dijo Habermas, pero 'hay que pasar por el diálogo', insistió. 'Debemos crear una sociedad en la que el terrorismo no encuentre motivos para actuar'. Jürgen Habermas, uno de los teóricos más destacados de la comunicación, considerado el heredero de la Escuela de Francfort, estaba en Estados Unidos el 11 de septiembre. Preguntado por su experiencia personal, eludió la respuesta: 'En el mundo de los intelectuales ha repercutido profundamente, ha tenido un efecto traumatizante. Algunos no pueden dormir. Se ha desencadenado una ola de patriotismo, pero yo no he percibido una reacción de venganza, sino una gran pena'.
Habermas, que a sus 72 años conserva una gran curiosidad intelectual, regresará a EE UU el próximo martes para impartir, en Nueva York, un seminario de teoría política. 'Cuando eres mayor', dijo, 'es necesario el contacto con los jóvenes'. El filósofo, que fue ayudante de Theodor W. Adorno a los 27 años, se jubiló de su cátedra de la Universidad de Francfort (de la que es profesor emérito) en 1994.
La posibilidad de determinar las condiciones sociales que pueden permitir un cambio racional de las estructuras de poder es uno de los temas que aborda en su extensa obra, con títulos como Conocimiento e interés, Teoría y praxis, Teoría de la acción comnicativa o, más recientemente, Israel o Atenas: ensayos sobre religión, teología y racionalidad (Trotta, 2001). Otro de sus intereses ha sido siempre contrastar su pensamiento teórico con los acontecimientos políticos, desde los movimientos estudiantiles de los años sesenta hasta la reunificación alemana o la guerra del Golfo. No podía, claro, permanecer ajeno a los sucesos que sacuden ahora al mundo.
¿Era necesaria la ofensiva estadounidense y británica contra Afganistán?, le preguntaron. 'No sabemos qué está pasando en Afganistán. Estados Unidos hace uso de su derecho de legítima defensa', respondió. Otra cosa es saber si lo está haciendo bien o mal. 'Con la historia siempre se acierta a posteriori. Veremos dentro de cuatro meses o dentro de cuatro años si el señor Bush tiene razón'.
Fue imposible hablar de otro tema en la rueda de prensa y Habermas hizo hincapié, de principio a fin, sobre la comunicación y el diálogo. La primera cuestión que se le planteó es si es posible el consenso en estos momentos. 'El consenso es el objetivo, pero la discusión es el camino', dijo. 'El diálogo es algo complicado. Hay gente que se comporta de tal manera que no se puede volver a hablar con ellos', pero añadió a continuación: 'La discusión con el mundo islámico invita a debatir también sobre la relación entre sociedad laica y tradición religiosa'.
China y Corea
'La reacción fundamentalista es un fenómeno moderno, que no hay que confundir con una sociedad tradicional. La modernización no siempre comporta mejores condiciones de vida'. Habermas citó a China y Corea, 'que en menos de una generación han pasado de una sociedad preindustrial a una sociedad posindustrial. Y no ha habido allí reacciones fundamentalistas. No hay explicaciones monocausales. El fundamentalismo no es específico de la sociedad islámica'; y habló sobre 'el potencial de reacción de las religiones monoteístas'. 'Son necesarias nuevas formas de cooperación'.
Habermas ha creado siempre controversia en Alemania. La entrega hoy del Premio de la Paz se considera un signo de normalización. Un reconocimiento tardío de la relevancia de Habermas. El premio es concedido anualmente desde 1950 por la Asociación de Libreros y Editores de Alemania y está dotado con 25.000 marcos (más de dos millones de pesetas), que provienen exclusivamente de las donaciones de sus miembros.
Babelia
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