El Gobierno de Rabat se esfuerza por doblegar al clero musulmán rebelde
Las autoridades marroquíes están intentando doblegar al clero musulmán rebelde, 16 de cuyos miembros promulgaron el 18 de septiembre una fatwa (edicto islámico) acusando al Gobierno de haber cometido un 'gran pecado'.
El yerro del jefe del Ejecutivo, Abderramán Yussufi, y de varios ministros consistía en haber participado, unos días antes, en una ceremonia ecuménica en la catedral católica de San Pedro, en Rabat, para honrar la memoria de las víctimas de los atentados de EE UU.
En los últimos días, siete de los ulemas que suscribieron la fatwa se han retractado y algunos de ellos aseguran ahora que nunca leyeron el texto ni lo llegaron a firmar. Tres semanarios marroquíes publicados ayer dan, sin embargo, todo lujo de detalles sobre las presiones ejercidas por el Ministerio de Habus (Asuntos Religiosos) para hacerles cambiar de opinión.
La revista Demain reproduce incluso el texto original del edicto con las rubricas manuscitas de los ulemas, en su mayoría del norte de Marruecos. Los ulemas son predicadores nombrados y remunerados por el Ministro de Habus por la confianza que le inspiran.
Antes de que los siete ulemas rectificasen, el ministro de Habus, Abdelkebir Mdaghri Alaui, nombrado directamente por el rey, se había esforzado en un comunicado en restar importancia a la fatwa. A continuación, la oficial Liga de los Ulemas también lamentó 'la falta de discernimiento y la estrechez de espíritu' de los firmantes que se pronunciaron en su edicto contra la participación de Marruecos en cualquier 'alianza fomentada por EE UU contra el terrorismo (...)'.
Si las autoridades han logrado dividir a los ulemas, no han evitado, en cambio, que el debate se traslade a la calle a través de la prensa. Mientras el diario Libération (socialista) pide mano dura contra el clero díscolo, el semanario Maroc Hebdo manifiesta su preocupación porque la fatwa 'es una auténtica advertencia, en un tono sermoneador e implícitamente amenazante, dirigida a las más altas autoridades públicas', es decir, al rey.
En el otro bando, el diario Al Hayat Al Yawmia insiste en que la ceremonia ecuménica 'hiere los sentimientos de los ciudadanos musulmanes' e ironiza sobre un primer ministro que 'podría algún día rezar en el Templo de Salomón por el reposo de las víctimas [israelíes] de las operaciones llevadas a cabo por los mártires palestinos'.
Paralelamente a esta polémica, la crisis de Afganistán está teniendo otras consecuencias. Ayer, unos mil estudiantes se manifestaron espontáneamente en el campus de la Universidad Mohamed V de Rabat coreando eslóganes en apoyo al pueblo afgano y contra el 'terrorismo de EE UU, del Reino Unido y de Israel'.
La protesta se traslada así de los institutos de bachillerato a la universidad. En días anteriores, numerosos adolescentes se echaron también a la calle o, por lo menos, al patio para denunciar los bombardeos sobre Afganistán.
En Kénitra, al norte de Rabat, la policía rodeó el martes varias escuelas secundarias para impedir que los alumnos recorriesen las calles de la ciudad.
Los movimientos sindicales estudiantiles, como la Unión Nacional de Estudiantes Marroquíes, están hoy en día controlados por los islamistas.
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