El hombre que doblegó a EE UU
Annan cosechó fracasos como Ruanda, pero pasará a la historia por lograr que Washington pagara sus deudas
Kofi Annan nació en Kumasi (Ghana) en 1938. 'Crecí mientras se luchaba por la independencia', explica, 'y asistí a grandes cambios en mi juventud. Eso me marcó. Comprendí que, por difícil que parezca, el cambio siempre es posible'. La ambición y la convicción de que el mundo puede mejorarse componen el durísimo esqueleto de Annan, invisible bajo un suave envoltorio de modales exquisitos.
El joven Annan acumuló un impresionante currículo de licenciaturas: ingeniería en Kumasi, economía en el Macalester College de Saint Paul (Minnesota), relaciones internacionales en Ginebra (Suiza) y administración de empresas en el Instituto Tecnológico de Massachussets. Ese arsenal académico tenía como finalidad respaldar su vocación política. 'El libro que más me influyó, sin duda, fue El príncipe, de Maquiavelo; para mí era esencial entender cómo se consigue el poder y cómo se abusa de él, o se utiliza eficazmente', reconoce.
La política le llevó a Naciones Unidas. Primero, como simple administrativo en Ginebra, en 1962 y, poco después, como encargado del presupuesto de la Organización Mundial de la Salud. Entre 1965 y 1971 formó parte de la comisión económica africana. Dejó la ONU para promocionar el turismo en Ghana, pero regresó definitivamente en 1976 para seguir conociendo todos los rincones de la organización: recursos humanos, coordinador de seguridad, operaciones de mantenimiento de la paz y secretario general adjunto.
Annan llegó ayer a la cúspide de su carrera. Tiene a sus espaldas, sin embargo, graves fracasos. Como encargado del mantenimiento de la paz, asumió la responsabilidad de los genocidios en Ruanda (1994) y Bosnia (1995). 'Nunca me enfrento a un problema pensando en cubrirme las espaldas; busco resultados. A veces fallo', dice.
Aquellos desastres no acabaron con su carrera. En 1996, Bill Clinton decidió que el Congreso de EE UU no aprobaría el pago de las cuotas a la ONU mientras el secretario general fuera el egipcio Butros Butros Gali, y vetó su continuidad. El candidato de Washington fue Annan, cuya elección se vio empañada ante el Tercer Mundo por el incómodo padrinazgo de la potencia hegemónica.
La mezcla de suavidad y dureza, junto al talento diplomático, permitieron a Annan atraerse los apoyos necesarios para reformar la organización y abrirla a la realidad. Creó programas de cooperación con empresas privadas y ONG y en diciembre pasado logró que el Senado estadounidense pagara sus deudas. Eso satisfizo a los socios más desarrollados. Pero también realizó gestos que irritaron a Washington y agrandaron su figura ante los países en desarrollo, como un viaje a Irak en 1998 en el que defendió la necesidad de suavizar el embargo.
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