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Sanidad concluye que la incineradora de Valdemingómez es inocua para la salud

La planta no ha generado un aumento de enfermedades entre los vecinos, dice un estudio

Vicente G. Olaya

La incineradora de Valdemingómez no ha afectado a la salud de las 87.800 personas que viven en sus cercanías. Un informe de la Consejería de Sanidad determina que la planta no ha generado un incremento de las enfermedades agudas (bronquitis, asmas, enfermedades pulmonares...) en la población. De todas formas, los investigadores se curan en salud y afirman que, 'en cuanto a los posibles efectos crónicos [tumores, cánceres]', hay que tener en cuenta que la planta sólo funciona desde hace cinco años y que se necesitan de 10 a 15 para hacer estudios oncológicos fiables.

El estudio, denominado Monitorización de la morbi-mortalidad en el área de influencia de la incineradora de Valdemingómez, fue encargado en 1996 por la ex consejera de Sanidad Rosa Posada, ante la preocupación expresada por los municipios del entorno de la planta. El informe destaca que la incineradora no ha generado un aumento de enfermedades agudas [asma, bronquitis, afecciones pulmonares] en la población, pero pasa de puntillas sobre lo que puede pasar en un futuro. Los expertos creen que, hasta dentro de 10 o 15 años, no se sabrá si existe algún efecto negativo crónico. 'En cuanto a posibles efectos crónicos, es importante tener en cuenta que la fecha reciente de comienzo de la incineradora [1996] hace que aún no haya transcurrido tiempo suficiente para su estudio', señalan.

La incineradora se ubica en el distrito de Villa de Vallecas y se encuentra a 18 kilómetros del centro de Madrid, pero muy próxima a Rivas-Vaciamadrid. Quema 3.600 toneladas de basura diarias para producir energía, y es propiedad del Ayuntamiento, aunque está gestionada por una empresa privada.

Alteraciones pulmonares

Sus chimeneas despiden gases ácidos (dióxido de azufre, cloruro de hidrógeno, fluoruro de hidrógeno y óxidos de nitrógeno), partículas, metales pesados (plomo, cadmio, níquel, cobre...) y compuestos orgánicos tóxicos (dioxinas, furanos, hidrocarburos aromáticos...). Estos compuestos, en grandes cantidades (que, según Sanidad, no se dan en este caso), pueden provocar, admite el estudio, alteraciones pulmonares y cardiovasculares, enfisemas, bronquitis y cáncer.

Para determinar la incidencia de estas sustancias en la población, la consejería emprendió en 1996 un plan de vigilancia que analizaba tanto lo que emitía la incineradora como los elementos que se depositaban en un radio de seis kilómetros. Los casos analizados corresponden, por tanto, a personas que residen en el asentamiento de Cañada Real de las Merinas, Perales del Río, las urbanizaciones Covibar y Pablo Iglesias de Rivas y los vecinos del distrito de Villa de Vallecas.

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Igualmente, los expertos estudiaron los registros de urgencias del hospital Gregorio Marañón, centro al que se desvían los pacientes de la zona sureste. Analizaron con especial atención los ingresos producidos por asma, enfermedades pulmonares obstructivas crónicas y enfermedades respiratorias.

Los investigadores reconocen en su estudio que Vallecas 'presenta, en general, tasas de urgencias por encima de todo el área 1 [la sureste], mientras que las tasas de Arganda y Retiro están por debajo'. Pero señalan, a renglón seguido, que Vallecas también presenta, por motivos socioeconómicos, un mayor porcentaje de casos de sida y tuberculosis.

Rivas-Vaciamadrid también ha sufrido un 'gran incremento' en las urgencias, pero el estudio lo achaca a que ha duplicado su población en los últimos años. Como conclusión, destaca que 'el dispositivo de monitorización [análisis] de las urgencias, a pesar de las objeciones comentadas en el informe, ha mostrado un patrón de utilización compatible con lo esperado'.

El informe señala, además, que los niveles de sustancias contaminantes emitidas no han superado lo establecido por la legislación. Pone como ejemplo que los metales de plomo, cromo, cobre y manganeso -con un valor límite de 5 microgramos por metro cúbico de aire- nunca han sobrepasado los 0,9 microgramos. El dióxido de azufre alcanzó en septiembre de 2000 un pico de 133,8 microgramos, cuando su límite está en 300. Y así, el resto de sustancias como el cadmio, el cloruro de hidrógeno o el ácido fluorhídrico. Tampoco ninguno de los contaminantes hallados sobre el suelo ha superado los valores límite.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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