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La justicia suiza avala el testamento de Muñoz Ramonet en favor de Barcelona

Declarada improcedente la demanda de nulidad presentada por las hijas

Ya no hay dudas sobre la validez del testamento otorgado en Suiza por el empresario Julio Muñoz Ramonet, en el que lega a la ciudad de Barcelona el palacete que poseía en la calle de Muntaner con todo su ajuar, al parecer una fabulosa colección de arte y antigüedades sobre la que el Ayuntamiento se niega a facilitar cualquier dato. Una sentencia dictada en mayo último por un tribunal de Landquart (Suiza), contra la que ya no se puede recurrir, según el Ayuntamiento de Barcelona, declara improcedente la demanda de nulidad presentada por las hijas del empresario, las hermanas Muñoz Villalonga, y otorga plena validez al testamento.

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El fallo ha sido comunicado al juzgado de Barcelona que tramita la reclamación de legado presentada por el Ayuntamiento contra la familia del empresario, que se niega a entregar los bienes objeto de la herencia.

El Ayuntamiento de Barcelona intenta obtener la titularidad de los bienes que le dejó en herencia el empresario desde 1995, fecha en la que un hombre, supuestamente despechado porque la familia Muñoz Villalonga se había negado a reconocerle una deuda, informó a las autoridades municipales de la existencia y del contenido del testamento. Julio Muñoz Ramonet había muerto en Suiza unos años antes, en mayo de 1991, y nadie, ni las hijas del fallecido ni los albaceas testamentarios, había informado al Ayuntamiento del importante legado: el palacete ubicado en la calle de Muntaner y el jardín y el inmueble anexo de la calle de Avenir, 'con todo su contenido completo', debían ser entregados a la ciudad, a la que se obligaba a velar por su 'conservación y mantenimiento' y a propiciar la 'visita y el aprovechamiento útil por el público'. Todo ello a través de una fundación que debía llevar el nombre del empresario y que el Ayuntamiento de Barcelona ya ha constituido.

Muñoz Ramonet, un empresario que construyó su fabulosa fortuna en los primeros años del franquismo, murió y dictó su último testamento en Suiza, país en el que vivía tras su huida de España perseguido por la justicia: 11 años de cárcel pedía el fiscal para el empresario por los presuntos delitos de estafa y falsedad documental que ocasionaron un agujero de unos 4.000 millones de pesetas en la Compañía Internacional de Seguros. Este último testamento está redactado en alemán, idioma que Muñoz Ramonet no conocía. Ese es precisamente el argumento esgrimido por la familia para defender la nulidad del documento, pero no se tiene en cuenta que éste le fue traducido palabra por palabra al francés, lengua en la que el empresario huido se desenvolvía perfectamente.

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La justicia suiza ha rechazado las tesis de la familia, que en las últimas semanas ha retirado el recurso que había presentado contra la sentencia del tribunal de Landquart, con lo que el testamento ya es plenamente válido, según ha informado el abogado que representa al Ayuntamiento de Barcelona. Los representantes de la familia Muñoz Villalonga no pudieron ser localizados ayer por este diario.

Para que el Ayuntamiento pueda entrar en posesión del legado queda ahora una segunda batalla judicial, que se libra en Barcelona a instancia de las autoridades municipales. Se trata de una demanda de reclamación de legado para obligar a las hermanas Carmen, Isabel, Alejandra y Helena Muñoz Villalonga a entregar al Ayuntamiento de Barcelona el palacete de la calle de Muntaner y todo lo que a la muerte del empresario se hallaba en su interior.

La colección de arte y antigüedades de Julio Muñoz Ramonet estaría formada, de acuerdo con distintas fuentes que no han aportado ningún apoyo documental, por unas 400 piezas e incluiría obras de artistas tan importantes como Goya, Zurbarán, Fortuny, El Greco, Monet y Tiziano.

Existe un inventario, realizado por personal del juzgado de Barcelona que tramita la demanda del Ayuntamiento, cuyo contenido no ha sido revelado por orden expresa de Ernest Maragall, concejal de Hacienda y presidente de la Fundación Julio Muñoz Ramonet.

Maragall justificó su negativa a hacer público en qué consiste el legado que reclama para la ciudad diciendo que no lo consideraba conveniente para la buena marcha del proceso. Aseguró, no obstante, que el Ayuntamiento ha solicitado la realización de un segundo inventario con intervención de expertos que puedan certificar la valía real de las obras que todavía se encuentran en el interior de los inmuebles que el empresario dejó en herencia a la ciudad y que aún permanecen en poder de su familia.

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