Los genes influyen en el 50% de las tendencias violentas, según un experto

La existencia de una base genética que explica gran parte de los crímenes y comportamientos antisociales es un 'hecho científico'. Así lo manifestó ayer el profesor de psicología de la University of Southern California de los Estados Unidos Adrian Raine en la inauguración del curso Bases biosociales de la violencia que se celebra en la sede de Valencia de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Raine destacó que la herencia genética interviene en un 50% de los comportamientos violentos, aunque matizó esta afirmación para quitarle peso determinista. Es predisposición, señaló, no implica que las personas que cuentan con esta impronta necesariamente vayan a cometer actos antisociales, sino que dependerá de las condiciones ambientales que envuelvan a los genes para que se manifiesten en todo su potencial o no. El profesor estadounidense puso el ejemplo de la estatura en las personas. Los genes que se reciben de los antecesores son los que la determinan. Pero si durante las edades de crecimiento no se recibe una alimentación adecuada, el peso de la herencia se anulará por factores ambientales que impedirán que se desarrolle la predisposición biológica.

Cambiar el ambiente

El especialista también apuntó que la determinación biológica 'no es el destino'. Para Raid, una de las maneras de lograr que la criminalidad disminuya en el futuro es cambiar de ambiente a las personas genéticamente proclives a la violencia. El profesor estadounidense apuntó que en un plazo de 10 o 20 años se podrá determinar la localización genética concreta de los factores que potencian las conductas violentas y frenarlas, sea a través de productos farmacéuticos o, eventualmente, mediante el empleo de terapia génica.

Junto a la predisposición genética, Raine señaló otros elementos que aumentan las posibilidades de desarrollo de la violencia como la malnutrición, una actitud negativa de la madre durante el embarazo y una deficiente asistencia en el parto. Otros de los aspectos que la potenciarían son el consumo de alcohol y tabaco durante la gestación, según apuntó. Así, los niños malnutridos o cuyas madres no se alimentaron bien durante el embarazo tienen más posibilidades de adoptar actitudes violentas cuando crezcan.

Raine justificó el comportamiento violento en la descripción que hizo del hombre como 'un recipiente lleno de genes egoístas que luchan por sobrevivir', algo que sólo pueden lograr 'transmitiéndose de una generación a la siguiente mediante la reproducción'. También se refirió a la figura del psicópata, una enfermedad mental que afecta en Estados Unidos a una cuarta parte de los presos y 1% de la población total. Les definió como gente que lleva 'una máscara de cordura' y afirmó que esta enfermedad sólo se puede detectar 'después de haber seguido su conducta durante años'. Es, a su juicio, una persona con 'encanto superficial, junto al que resulta agradable estar' y que tiene facilidad para hacer que la gente se sienta 'deseada', lo que hace muy difícil huir de ellos. La promiscuidad, la irresponsabilidad, el cambio continuo de intereses y la falta de empatía son otras de las características de los psicópatas, que según Raine suelen iniciarse como delincuentes durante el periodo de la adolescencia.