La comunidad artística homenajea a Juan Muñoz en la Tate de Londres
Amigos y colaboradores arropan a Cristina Iglesias en la despedida londinense a su marido
La vitalidad, originalidad e incorformismo de Juan Muñoz (Madrid,1952-Ibiza, 2001) resonaron anoche en la sala de Turbinas de la galería Tate Modern, donde se exhibe la última gran obra del artista, Doble atadura. Bajo la mirada perdida de las figuras de la retadora instalación, amigos y colaboradores del autor se unieron a su viuda, Cristina Iglesias, y a sus dos hijos en el único homenaje de despedida organizado en Europa. El acto puso de manifiesto una vez más el retraso de las instituciones españolas en reconocer la labor de una figura clave en la esfera artística.
Nicholas Serota, director de la Tate, brindó unas palabras de bienvenida a los asistentes a este singular homenaje en memoria de Juan Muñoz, que organizó su viuda, la escultora Cristina Iglesias. Familiares, amigos y colaboradores regresaron a la sala donde hace escasamente cuatro meses celebraron la inauguración de Doble atadura, una instalación magistral que funde en sus diversas secciones los rasgos distintivos del lenguaje artístico de Muñoz. 'Venimos con un sentimiento de perplejidad ante una desaparición que todavía nos resulta inimaginable', señaló José Guirao, ex director del Museo Nacional Centro Reina Sofía.
Pero, también, la comunidad artística internacional era anoche consciente de que el mundo ha perdido un creador de primer rango con una trayectoria peculiar. Abierto al exterior, Muñoz mantuvo una posición radical en el contexto español, que tal vez ha motivado el silencio a nivel público de las instituciones y administración españoles desde su repentina muerte, a los 48 años, el pasado 28 de agosto. 'Siempre quiso que su trabajo se valorara dentro del contexto internacional, con lo cual no se ganó muchos amigos en España. Le gustaba jugar en los grandes escenarios y sentía que la cultura no debe estar supeditada al capricho y miopía de los objetivos políticos. Es obvio que en la herencia cultural española los artistas son fundamentales mientras que los políticos van y vienen', defendió James Lingwood, comisario de varias exposiciones de Muñoz y director de la Fundación londinense Artangel.
Los políticos fueron relegados anoche por artistas, intelectuales y amantes en general de la cultura que tomaron la palabra para recordar la vida y obra de Muñoz. Entre ellos, el crítico John Berger que colaboró con su viejo amigo en la obra radiofónica Is This a Likeness?, y el compositor Gavin Bryars con quien el creador madileño preparó A man in a room gambling, una pieza musical con textos sobre cómo hacer trucos de cartas. Bryars y su colega Bill Hawks interpretaron anoche The North Shore y Lacrimae, esta última compuesta especialmente para la ocasión por Alberto Iglesias. El compositor donostiarra se despedía así en claves musicales de su cuñado con quien desarrollaba una composición para representarse en vivo y en emisoras de radio. La repentina muerte dejó el trabajo inconcluso.
También intervinieron artistas plásticos como Juliao Sarmento, portavoz en Portugal, como Muñoz fuera en España, de la generación europea que en los ochenta recuperó la tradición figurativa. Y entre los responsables de museos destacó Neal Benezra, comisario de la retrospectiva que llevará la obra de Muñoz a Washington, Los Ángeles y Chicago este mismo octubre. Significativa fue la intervención de Vicente Todolí, director de la Fundación Serralbes de Oporto y responsable en su anterior etapa en el IVAM de Valencia de la primera gran exposición individual que una institución pública española dedicó al desaparecido madrileño.
Su ciudad de adopción
Alberto Iglesias también habló para transmitir el homenaje personal de Cristina hacia su marido. La pareja se conoció en Londres cuando ambos cursaban estudios de arte a principios de los ochenta y Londres se convirtió en su patria chica. 'Era su ciudad de adopción. Era uno más entre nosotros', resaltó Adrian Searle, crítico de The Guardian. Muñoz ciertamente encontró un hueco acogedor entre la comunidad londinense no sólo por sus atrevidas obras sino también por su espíritu combativo, que le llevaba a defender los nuevos postulados artísticos y a creadores con visión para retar las reglas establecidas. 'Era muy articulado en sus argumentos y se apasionaba en los debates. Frente a los ingleses, gente en general reticente, se hizo notar y provocó que muchos despertarán. Se ganó nuestro respeto y la inauguración de Double Bind demostró que contaba también con la aprobación del resto de la comunidad internacional', recuerda Iwona Blazwick, anterior responsable de exposiciones en la Tate Modern y actual directora de la Whitechapel Gallery.
Babelia
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