La reacción de México a los atentados defrauda a EE UU
No hubo minutos de silencio ni pésames
La tibia reacción de México a los atentados suicidas perpetrados el 11 de septiembre en Estados Unidos defraudó a sectores de la Administración estadounidense y puede tener consecuencias graves en una nación obligada a cortejar a Washington para conseguir la legalización de sus tres millones y medio de braceros ilegales en los tajos del norte. No hubo minutos de silencio, ni visitas oficiales de pésames a la Embajada de EE UU, buena parte de la clase política regatea el apoyo a la coalición antiterrorista, y las declaraciones oficiales de solidaridad fueron erráticas e incluyeron 'peros' que les restaron contundencia.
Las manifestaciones del ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda, reclamando una solidaridad generosa, y admitiendo el derecho de Estados Unidos a las represalias militaron, fueron criticadas inmediatamente desde los tres principales partidos, el gubernamental y conservador Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), izquierda. 'Somos socios de Estados Unidos, pero de ninguna manera somos sus achichincles (lameculos)', resumió el escritor Carlos Fuentes. El Congreso reclamó que cualquier postura sobre política exterior sea debatida antes por el Senado.
El resentimiento mexicano hacia el país que invadió y arrebató la mitad de territorio nacional, a mediados del siglo XIX, con el que se comparten 3.200 kilómetros de frontera, y numerosos vínculos económicos, políticos y sociales, arranca en las escuelas y parece subyacer en la actual polémica. El obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi, manifestó que Estados Unidos 'ha generado mucha violencia para proteger sus intereses y ahora cosechan lo que sembraron'. Otros recordaban que el himno del cuerpo expedicionario de los marines, cuya orquesta agasajó al presidente mexicano en su visita a Washington del pasado cinco de noviembre, comienza con una ofensiva alusión a México: 'De los salones de Moctezuma a las playas de Tripoli....'
Las opiniones escuchadas en la calle, y en los sondeos de las emisoras de radio, oscilan entre el espanto, y una morbosa satisfacción por el ataque al corazón del imperio. 'Se lo tienen merecido'. La escritora Guadalupe Loaeza convocó a una manifestación de solidaridad frente a la Embajada norteamericana, y acudieron cinco personas. El lunes, grupos no gubernamentales llegaron con dos centenares de personas: 'Todos somos árabes', decían. Rosario Ibarra, una de las promotoras de la concentración, animó al boicoteo: 'Que nadie vaya a McDonalds o que nadie utilice los servicios de AT
El temor a un estallido de nacionalismo antinorteamericano y la fuerte embestida de los legisladores, principalmente aquellos procedentes de la izquierda, contra el canciller, a quien acusaron de 'entreguista', parecieron refrenar al Gobierno de Vicente Fox, cuyas relaciones personales con George W. Bush son excelentes. El propio ministro admitía el lunes que en sectores de Estados Unidos 'hay un sentimiento' de que el apoyo de México no es el esperado. 'Hay medios de comunicación, congresistas y gente en general que expresan ese sentimiento'. 'Tenemos que decidir qué queremos', añadió. 'Una relación con Estados Unidos muy cercana, estrecha, provechosa y estratégica, o una relación distante, no diría yo fría, equilibrada, pero más equilibrada y menos estratégica'.
Ha transcurrido casi un siglo y medio desde la invasión de los marines, concluida con la rendición mexicana de 1846, y esa definición permanece pendiente. Durante casi siete decenios, México aplicó la política de 'no alineación'. El analista Sergio Aguado considera que la reacción oficial pecó, simultáneamente, de apresurada e insuficiente. Las primeras declaraciones del ministro, a las horas de cometerse los atentados, sonaron excesivamente fuertes para una sociedad confundida sobre el papel de Estados Unidos, y llevó a que una parte de la opinión pública arrojara a Castañeda a 'la hoguera de los proestadounidenses'. El presidente se fue al otro extremo y se ha caracterizado por el silencio y la cautela.
Saliendo al paso de quienes le reprochan ese comportamiento, Vicente Fox dijo el martes que había sostenido tres largas conversaciones telefónicas con Bush 'para dejarle claro nuestro compromiso de cooperar respetando nuestras leyes', precisó, 'respetando los derechos humanos, respetando la voluntad pacifista de nuestro país, hemos comprometido ese apoyo, yo diría que incondicional, al gobierno de los Estados Unidos, a los gobiernos del mundo que luchan contra el terrorismo'. El diputado del gubernamental PAN José Luis Novales anticipaba que no será tan incondicional: 'Le pediremos al canciller que defina, con puntos y comas, cuales es la posición de México'.
Las posiciones al norte de Río Bravo eran tan claras como las de George Grayson, especialista en México de la Universidad William and Mary del Estado norteamericano de Virginia: 'Creo que México se está disparando en ambas piernas... al no cooperar. Desde el punto de vista de la realpolitik necesita ponerse de pie y ofrecerse'. Otros comentaristas señalan que la noche del pasado 15, el día del Grito, la conmemoración de la independencia de España, Fox desaprovechó una magnífica ocasión para manifestar públicamente dolor por los atentados de cuatro días antes Nueva York y Washington. El presidente abogó vagamente por 'la paz'.
Ocho millones de emigrantes
México debe cuidar sus movimientos porque está comprometido con Estados Unidos más que con ningún otro país: se unió al Tratado de Libre Comercio de América del Norte -Estados Unidos, Canadá y México- en 1994, y exporta casi el 90% de sus mercancías a los mercados norteamericanos, en los que trabajan más de ocho millones de compatriotas. Los emigrantes envían anualmente cerca de 8.000 millones de dólares a sus familias, y en la crisis financiera de 1994, Washington evitó el colapso de México, y los problemas derivados de ese derrumbe al norte de sus fronteras, desembolsando rápidamente 50.000 dólares en créditos. Apenas hay un aspecto de la vida nacional que no esté conectada con el socio que hoy exige adhesiones sin peros.
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