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Reportaje:

Del pánico a la dura realidad

Las bolsas se sitúan en niveles desconocidos en décadas

La confusión y los temores de la pasada semana, cuando se produjeron los terroríficos atentados de Nueva York y Washington, han tornado en una fuerte desconfianza de los inversores. Como consecuencia, se han producido pérdidas que llevaban a las bolsas mundiales a situarse en mínimos anuales y en niveles desconocidos desde hace décadas.

Wall Street ha vivido la peor semana que se recuerda desde la depresión de 1933
El informe mensual del BCE ha advertido de un deterioro en la actividad económica mundial desde el pasado junio

Las expectativas negativas de la semana pasada han comenzado ésta a tomar forma, con análisis y estudios que hablan de significativos efectos económicos de los atentados a corto plazo y que descubren una menor actividad en todas las economías. Falta por despejar la envergadura del ataque bélico de Estados Unidos que, lógicamente, es el terreno pantanoso sobre el que se asientan los mercados financieros. Ésta ha sido la peor semana en Wall Street desde 1933.

Los mercados norteamericanos (Nyse y Nasdaq) reiniciaron la contratación el pasado lunes, día en el que se tomaron diversas medidas para evitar un crash. De un lado, la Reserva Federal (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE) decidían rebajar en medio punto los tipos de interés, completando así su estrategia en política monetaria tras las inyecciones de liquidez que buscaban evitar cualquier problema de falta de recursos en los mercados. El precio del dinero en Estados Unidos se sitúa en el 3%, mientras que en Europa se coloca en el 3,75%. También se permitía a las empresas norteamericanas comprar sus propias acciones (autocartera), una medida que buscaba amortiguar el ímpetu de los vendedores.

El pasado lunes, las bolsas norteamericanas caían en torno al 7%, mientras que los mercados europeos subían algo más del 2%. De esta forma, se producía una equiparación en los precios entre los mercados de los dos lados del Atlántico (las bolsas europeas habían caído de media un 10%), después de que Wall Street permaneciese cerrada desde el martes 11. El ajuste era obligado por las numerosas empresas europeas -las más importantes del continente- que se negocian en los mercados de Estados Unidos.

Las alzas de los mercados europeos con esa rebaja de tipos teminaron el lunes, y desde ese día las bolsas han vivido jornadas de continuos descensos.

El selectivo Ibex 35 ha perdido el 5,95% de su valor esta semana, aunque la Bolsa alemana, con casi un 10% de caída, ha liderado los recortes en los mercados europeos. París y Londres perdían también más de un 6% en estas sesiones. El viernes se vivieron momentos muy cercanos al crash, con numerosos valores, fuertemente castigados, en caída libre. Madrid ha perdido cerca del 27% este año, la peor caída en las dos últimas décadas.

Las pérdidas de las bolsas de Estados Unidos en esta semana han ido parejas con los mercados europeos. El Dow Jones, con una caída cercana al 8%, y el Nasdaq, con casi un 10% de pérdida, han continuado siendo la referencia del resto de plazas mundiales.

Pero no sólo son situaciones psicológicas difíciles para el dinero. El temor que subyace entre los inversores en Bolsa es que las economías caigan en la recesión. Y, en este sentido, el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, aportaba algunas conclusiones poco alentadoras. Afirmaba que los atentados terroristas tendrán efectos signficativos en la economía estadounidense a corto plazo, aunque destacó que a largo plazo la economía seguía ofreciendo una buena salud. Advirtió de que muchos sectores económicos se habían paralizado la pasada semana y que había riesgo de un menor consumo por parte de los ciudadanos norteamericanos.

Estas declaraciones tuvieron también su réplica en el informe mensual del Banco Central Europeo (BCE) correspondiente al mes de septiembre. En el mismo se advierte de un deterioro de la actividad económica mundial desde el pasado mes de junio, fruto de la desaceleración de Estados Unidos. Una situación que está provocando dificultades en las economías asiáticas y que ha perjudicado la incipiente recuperación del coloso asiático japonés.

Son unas primeras impresiones negativas sobre el devenir de la economía mundial para los próximos meses. Y es que las bajadas de tipos que todavía no han terminado de producirse tardarán en traer efectos de beneficios y, mientras tanto, el temor a que el consumo se resienta va tomando fuerza. Aunque las caídas de las bolsas son generalizadas, el dinero continúa siendo muy selectivo, haciendo especial daño en los valores ligados a la aeronáutica, líneas aéreas, seguros y turismo. También los bancos, afectados por una menor actividad, se resienten en sus cotizaciones. Los refugios de la Bolsa se encuentran en las compañías no cíclicas y que, por tanto, dependen menos de los ciclos del consumo.

En este ambiente, en el que las primas de riesgo se hacen más grandes, las economías emergentes salen especialmente perjudicadas. Una situación que afecta de forma singular a España, debido a los numerosos intereses de los valores que figuran en el selectivo Ibex 35 en esa parte del mundo.

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