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No hay esperanzas de hallar a Silvia San Pío

La operación de rescate se convierte en 'recuperación' de los restos

José Luis de San Pío, el padre de la única víctima española identificada hasta ahora, ha pasado estos días yendo y viniendo entre el Consulado de Nueva York, el puesto de emergencia de la oficina donde trabajaba su hija, el centro de identificación para dar muestras de ADN y el apartamento de un amigo. Desde el primer momento no albergó esperanzas. Los que llevan a cabo las labores de rescate también las están perdiendo. La Alcaldía de Nueva York se disponía ayer a reconocer que no queda nadie con vida entre los escombros. La operación de 'salvamento' pasa a ser de 'recuperación'.

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Es un término técnico. Esta ya no será una operación de 'salvamento' sino de 'recuperación' de los restos. Pero también es un estado emocional. Muchos de los bomberos que seguían escarbando ayer en el 'nivel cero', no querían darse por vencidos. Las autoridades neoyorquinas están esperando hasta el último momento para hacerlo oficial pero ayer ya reconocían su absoluto pesimismo. Ha pasado demasiado tiempo; no cabe esperar un milagro.

'No tenemos mucha esperanza de que siga habiendo gente con vida', reconoció el alcalde de Nueva York en la rueda de prensa diaria para informar sobre las labores de rescate. 'Tenemos que preparar a la gente sobre la posibilidad casi absoluta de que no quede nadie'.

Nadie ha salido vivo de los escombros desde el pasado miércoles, un día después de la catástrofe, cuando se rescató a cinco personas. El cómputo oficial, que crece cada día, quedó ayer en 5.422 personas desaparecidas y 218 muertas.

Entre ellas figura Silvia de San Pío, por ahora la única víctima española. Su padre, José Luis de San Pío, abogado del despacho de Antonio Garrigues Walker, lleva desde el pasado viernes por la noche en Nueva York, después de una peripecia de casi 24 horas, el tiempo que tuvo que esperar hasta poder tomar en el primer vuelo de Delta que salió de Madrid, primero a Cincinnati, luego a Filadelfia y finalmente, en coche, a Manhattan.

Tenía previsto irse ayer, a la espera de poder volver a la ciudad, en caso de que se identifique finalmente a su hija, embarazada de siete meses y que trabajaba en las oficinas de Carr Futures, la sociedad de inversiones del banco francés Credit Agricole, situadas en la planta 92 de una de las torres.

El abogado español no quiere hablar de lo que siente y se resiste a ser el centro de atención de los medios de comunicación debido a su tragedia personal. Ha llevado estos días como ha podido, con entereza, esperando que su hija sufriera lo menos posible. Silvia murió junto con su marido John, un norteamericano que conoció en la oficina. Se casaron el año pasado y esperaban su primer hijo.

El pasado lunes, San Pío estuvo en el centro de emergencia dando las muestras de ADN que las autoridades norteamericanas han pedido para ayudar a la identificación de los desaparecidos. Ha pasado mucho tiempo en la oficina que la empresa Carr Futures ha montado en el hotel Warldorf Astoria para ayudar a los familiares de sus empleados fallecidos. Reconoce que no ha tenido tiempo de reflexionar mucho, sólo de hacer todas las cosas posibles para mantener la cabeza ocupada y pensar lo menos posible.

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