Un tipo 'duro' en el obispado
El obispo de Segorbe-Castellón ha protagonizado polémicas con sectores progresistas de la Iglesia y la sociedad
Desde aquel 14 de abril de 1996 en que tomó posesión de la diócesis de Segorbe-Castellón, Juan Antonio Reig Pla se ha labrado una sólida reputación de obispo ajeno al progreso que la Iglesia pueda querer transmitir. Y eso contando que entró con buen pie y buen pico, en valenciano de Concentaina, como miembro de un Consell Valencià de Cultura (CVC) que, meses después, trataba de asentar las bases de la actual Acadèmia Valenciana de la Llengua. La diócesis, cuyo liderazgo espiritual ocupaba hasta entonces y desde febrero de 1972 el catalán José María Cases Deordal, estaba llamada a sufrir constantes convulsiones. Reig Pla, al poco de llegar, movió el banquillo en las parroquias y, pensando que aquella estructura necesitaba un cambio de aires, varió el destino de infinidad de sacerdotes. Dentro del mismo clero, unos piensan que fue un intento de reanimar a aquellos que se habían acomodado en sus parroquias, mientras que otros aseguran que se trató del boicot a ciertos grupos formados dentro de la misma diócesis, en un intento de que nada ni nadie pudiera hacerle sombra u obstaculizar su mandato. La cosa se saldó con quejas que no llegaron a trascender ante la arrolladora presencia social, festiva, política y televisiva del nuevo obispo.
La primera vez que Reig Pla dejó constancia pública de su disciplinada creencia en la verdad fue cuando presentó su dimisión como miembro del Consell Valencià de Cultura. Adujo que las descalificaciones sufridas por parte de lo que los medios afines denominaron 'mayoría catalanista', hacían imposible 'el cumplimiento de la regla de actuación' que se propuso. 'Ni se respeta a las personas ni tampoco se muestra interés por la verdad', aseguró tajante. El obispo de Segorbe-Castellón dejó a las diócesis valencianas sin representación en el CVC y encaminó entonces sus pasos a asuntos que habrían de convertirle en blanco de todo tipo de críticas, siguiendo aquella máxima que se atribuye a Frank Sinatra de que para tener mucho éxito se han de tener muchos enemigos. Reig Pla, que no esconde el guante de hierro bajo paños lujosos, cargó contra el anteproyecto de Ley de Parejas de Hecho y pegó tan fuerte que, defendiendo la postura oficial de la Iglesia, logró concentrar en su persona todas las críticas. Su 'inmersión' en la vida política provocó en los protagonistas de ésta calificativos que, en la mayoría de los casos, coincidieron en señalar la postura 'reaccionaria' de Reig Pla. El clímax, sin duda, llegó con su célebre comparación de las parejas homosexuales con las parejas de palomas que, en ocasiones, compraba su padre. Sobre el asunto y las recomendaciones, que no fueron seguidas ni por los diputados católicos del PP, dejó mucha bibliografía (recordó a los políticos de ese partido que Pilatos también se lavó las manos) y, polémica tras polémica, prosiguió su camino hacia el estrellato. Lejos de la beligerancia de su colega de Tortosa, Xavier Salinas, Reig Pla pidió a los curas que se abstuvieran de expresar opiniones relativas al Plan Hidrológico Nacional, pese a lo cual algunos de ellos obviaron la recomendación y su consideración de que se trataba de una cuestión 'contingente' que debía limitarse a un debate civil. Fue una muestra más de que el seguidismo que pretendía para con el clero de su diócesis no se cumplía. Quizá por ello, un tiempo después, reclamó de los profesores de Religión un juramento de fidelidad que no se limitaba a la doctrina católica, sino que, con los Evangelios en la mano, exigía que se adhirieran 'con religioso asentimiento de voluntad y entendimiento a las enseñanzas enunciadas tanto por el Romano Pontífice como por el colegio de obispos cuando ejercen el magisterio auténtico, aunque no intenten proclamarlas con un acto definitivo'. Reig Pla se anticipaba a las recientes polémicas causadas por los despidos de docentes de 'vida disoluta'.
También intervino cuando se supo de denuncias sobre presuntas violaciones de monjas en misiones africanas para recordar que la píldora es ortodoxa y católica si se emplea como arma de defensa y, por ahora, ha completado su imparable carrera hacia el éxito borrando de un plumazo a la dirección de Cáritas, lo que ha afectado a la parte laica de la Iglesia, que no se siente tan coartada por posibles represalias. Así, la dirección de Cáritas, que ya ha sido repuesta con un hombre de la máxima confianza de Reig Pla al frente, acusó al obispo de 'imponer' una gran jerarquización y de generar una merma de la participación de los laicos en la Iglesia.
Dicen algunos que su problema es de formas. Otros, que no persigue más que el trazo del camino que le lleve a más altas posiciones eclesiásticas. Pero Reig Pla es un tipo duro de verdad. Ya decía, en uno de sus escritos en la hoja parroquial, precisamente referido a los homosexuales, que 'el afecto hacia las personas, sin embargo, no debe llevarnos a confundir los conceptos'.
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