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Reportaje:

La lucha secreta de los inmigrantes marroquíes contra las mafias

ATIME colabora con las fuerzas de seguridad en la desarticulación de las bandas que secuestran 'irregulares'

Durante los últimos meses, el Ministerio del Interior ha proporcionado abundante información sobre organizaciones de marroquíes dedicadas a secuestrar a inmigrantes irregulares de su misma nacionalidad para luego exigir rescates por su liberación. Lo que nunca ha revelado es que tras muchos de los éxitos de la Policía y la Guardia Civil en la lucha contra estas mafias está la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes en España (ATIME). El hecho ha sido confirmado a este periódico por agentes de las fuerzas de orden público implicados en las operaciones.

El silencio sobre esta colaboración fue una exigencia de la propia ONG a las autoridades. Sus directivos temían que algunos inmigrantes la malinterpretaran y les confundieran con espías de la policía. El presidente de ATIME, Abdelhamid Beyuki, explica que la cúpula de la asociación discutió largamente el asunto. 'Todavía hay algunos que no entienden nuestra decisión de ayudar a desenmascarar a los delincuentes', se lamenta. Sin embargo, no se trata de una colaboración a ciegas. El responsable de la ONG en Murcia, Mustafa Zine, precisa: 'Es un trabajo siempre a beneficio del inmigrante. Diferenciamos claramente entre dos bandos: el de los que vienen a trabajar y el de los mafiosos. Y estamos siempre a favor del primero'.

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En esta labor corren riesgos evidentes. El pasado julio, un hombre se presentó en la sede de ATIME en Murcia. Había recibido una llamada de unas personas que decían tener secuestrado a su hermano y le exigían 150.000 pesetas a cambio de su liberación. Inmediatamente, la ONG se puso en contacto con la Policía, que elaboró un plan. Murad Mirabet, responsable de traducción en las oficinas de Murcia y Cartagena, le instruyó sobre cómo debía actuar para que los delincuentes se confiaran y no cortaran la comunicación. Debía mostrarse asustado, decirles que lo único que le importaba era su hermano y que estaba dispuesto a pagar. Murad traducía simultáneamente a los policías las conversaciones entre los mafiosos y el extorsionado. Al tercer día, llegaron a un acuerdo: llevarían a su hermano a la estación de autobuses de Murcia, donde se realizaría el intercambio. 'Los cogimos con las manos en la masa', dice el intérprete, que acompañó a los agentes durante toda la operación. Por las declaraciones de los detenidos, la policía localizó la casa en la que había estado encerrado el muchacho y liberó a otro grupo de cautivos.

El testimonio del secuestrado muestra la creciente peligrosidad y complejidad de estas redes. Había llegado a Tarifa unos días antes, a bordo de una zodiac que salió de Tánger con otros 50 marroquíes. Cuando la patera zarpó, el jefe de la mafia llamó desde Marruecos a sus contactos a este lado del Estrecho y les avisó del lugar previsto para el desembarco. Los desgraciados fueron recibidos en la playa por 18 individuos con armas blancas, que secuestraron a 25 de ellos. Les obligaron a caminar por el monte durante varias horas, hasta que llegaron a una casa en ruinas. Allí los encerraron. Al cabo de un tiempo, comenzaron a llegar coches. Los irregulares fueron obligados a subir a los vehículos en grupos de cinco. Un mafioso iba al volante, otro ocupaba el asiento del copiloto, tres inmigrantes iban en la parte de atrás y dos más viajaban encerrados en el maletero. En un momento del viaje, el coche se detuvo al borde de la carretera. El copiloto bajó y se llevó bosque adentro a dos de los secuestrados. Nadie sabe qué pasó con ellos: un informe de la delegación del Gobierno en Murcia afirma que en muchas ocasiones son 'vendidos al mejor postor'. El automóvil siguió adelante, hasta la zona de Alquerías. Allí los irregulares fueron encerrados en una casa donde había más secuestrados. Al poco, se presentó otro grupo de la mafia: el jefe y seis más. Uno de ellos les pidió los números de teléfono de sus familias en Marruecos o en España. Durante los días que duró su cautiverio no les dieron nada de comer.

'Es evidente que existen muchas mafias, y que están conectadas entre sí', comenta Murad Mirabet. El Ministerio del Interior tiene pruebas abrumadoras en este sentido: la participación de mafiosos con permisos de residencia en Italia, Francia y España; la implicación creciente de ciudadanos españoles; la exigencia de pago de los rescates indistintamente en Marruecos o en nuestro país; las amenazas de represalias al otro lado del Estrecho contra las familias de los denunciantes... También es evidente la creciente actividad de estas organizaciones: este año han sido detenidos sólo en Murcia 110 secuestradores y liberados 65 cautivos, según datos de la Delegación del Gobierno. Y a nadie se le escapa la peligrosidad de los mafiosos: 'Hay un riesgo personal en nuestro trabajo', admite el intérprete de ATIME en Murcia. 'Los detenidos nos amenazan. Sabemos quiénes sois y dónde estáis, nos dicen. Yo tengo miedo. Si me pillan por la calle...'. A Muhid, responsable de la ONG en Cartagena, intentaron agredirlo en el transcurso de una operación en Puebla de don Fabrique (Granada).

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Los hombres de ATIME no sólo canalizan las denuncias que presentan sus compatriotas, atienden las peticiones de ayuda de la Policía y de la Guardia Civil y hacen labores de traducción. También prestan apoyo psicológico a las víctimas de los secuestros para que confíen en las autoridades. Murad pone un ejemplo reciente: 'Los policías habían rescatado a un grupo de secuestrados, pero se negaban a dar información sobre su cautiverio. Hasta que me dí cuenta de que entre ellos se había infiltrado uno de los secuestradores, que estaba amenazándoles para que no dijeran nada. En cuanto lo detuvieron y se lo llevaron a otro sitio, lo contaron todo'.

Además de Murcia, Almería es otro de los lugares preferidos por los mafiosos para ocultar a sus víctimas. En lo que va de año, ATIME ha ayudado a resolver 15 secuestros en Vícar y 12 más en El Ejido. El responsable de la ONG en la provincia, Hanafi Hamza, se muestra satisfecho de la respuesta de los inmigrantes a las llamadas de la organización para que denuncien los abusos: 'La Ley de Extranjería ofrece la regularización a quienes colaboren en la desarticulación de mafias. Pero para obtener el permiso de residencia el secuestrado debe testificar contra los mafiosos. Y ahí está el problema, porque los delincuentes les presionan a ellos aquí y a sus familias en Marruecos. Algunas víctimas acaban arrojando la toalla. Como no hay acuerdos de colaboración entre Madrid y Rabat en todos los campos, los mafiosos tienen ahí una vía de escape'. Tapar ese agujero es tarea que compete a los gobiernos de ambos lados del Estrecho.

Habitación en la que permanecieron secuestrados tres marroquíes en Orihuela.
Habitación en la que permanecieron secuestrados tres marroquíes en Orihuela.PEP GARCÍA

Una red de 12.000 personas

La importancia de la colaboración entre la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes en España (ATIME) y las fuerzas del orden queda patente por el número de afiliados de la organización: nada menos que 12.000 personas, adscritas en ocho delegaciones situadas en Madrid, Barcelona, La Rioja, Sevilla, Málaga, Granada, Almería y Murcia. Es decir, las provincias en las que reside el grueso de la colonia marroquí en España. Su organización interna es similar a la de una federación de asociaciones.

ATIME fue fundada en 1989 por un grupo de nacionales marroquíes que por circunstancias económicas o políticas habían tenido que abandonar su país y trasladarse a España.

Hasta principios de los años noventa, el tratamiento de la inmigración estaba dirigido a cuestiones legales, de documentación y de lucha por unos derechos equiparables a los del resto de la población española. Pero a partir de 1991 la asociación comenzó a añadir un grupo de trabajadores sociales a sus abogados.

El artículo 4 de sus estatutos especifica que sus fines son la cooperación de todos sus asociados en orden al bien común, la defensa de sus intereses generales, la elevación de su nivel cultural y de su grado de integración en la sociedad española; la búsqueda de soluciones profesionales y laborales; el pleno desarrollo de sus derechos básicos constitucionales y el fortalecimiento de los lazos de cooperación y solidaridad entre los marroquíes en España.

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