Reivindicación de la mujer
¿Qué tienen en común la estación de Ametzola y el parque que recorre la ribera de Abandoibarra, las piscinas de Maruri, una vivienda unifamiliar en Gorraiz o el parque tecnológico de Miñano? La exposición Construir desde el interior vincula estos proyectos y otros 35 más a partir de un primer argumento: están realizados por mujeres. Se trata, sobre todo, de una reivindicación de la creación femenina en un mundo, el de la arquitectura, particularmente dominado por los hombres.
Organizada por el Ministerio de Fomento y exhibida ya en otros lugares, la muestra se puede visitar hasta el próximo 7 de octubre en la sala San Prudencio de Vitoria (San Prudencio, 30). Se trata de una selección de obras privadas y públicas que tratan de abrir una vía de reflexión sobre la manera de construir de las mujeres. Como señalan las comisarias de la exposición, Cristina García-Rosales y Ana Estirado, 'el interés de Construir desde el interior reside, en parte, en que entre sus objetivos no está la realización de un análisis comparativo de la arquitectura construida por hombres y mujeres; tratamos de formar un pensamiento basado en la aportación y no en la comparación'.
De ahí que la selección de obras se haya centrado más en buscar un hilo común más cerca de una arquitectura vinculada a la vida y a la belleza, a la relación armoniosa del ser humano con su entorno. El itinerario que se establece a lo largo de estos 40 proyectos es el que va desde la primera casa hasta el proyecto de una estación. 'Un viaje en continuo balanceo de la razón a la emoción, de la técnica a la poesía, de la intuición a la forma. con paradas en lugares que articulan el itinerario', señalan García-Rosales y Estirado.
De este modo, la selección comienza con casas de nueva planta, rehabilitaciones o complejos de adosados, como el que presenta Gloria Ariztegui. Las casas, ubicadas en el barrio donostiarra de Intxaurrondo y construidas dentro de la promoción pública de una zona residencial al Sur de este barrio, se configuran como una suerte de muralla periférica en lo que es el límite de la ciudad.
Aquí se podría incorporar la vivienda que diseñó Maite Apezteguía en Gorraiz (Navarra). Esta obra, de líneas claras y definidas, obtuvo el premio en su modalidad del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro en 1999. Las razones que se argumentaron en su momento aludían a 'la eficaz respuesta en la formalización de un programa complejo sobre un solar de escasas dimensiones en el contexto de una parcelación periférica intensiva, sin descuido de una exhaustiva labor de diseño interior realizada con exquisito respeto a los aspectos constructivos'.
El recorrido continúa con el apartado dedicado a lo cotidiano. Ahí se han introducido un parvulario en Mataró, de Rosa Clotet, y el Parque Central de Tres Cantos, en Madrid, obra de Marta Dalmau. Y, también de esta última, no falta una de las obras emblemáticas del nuevo Bilbao, el parque de la ribera de Abandoibarra, en el que se recupera una orilla de la Ría de Bilbao dedicada hasta hace 15 años a actividades portuarias e industriales y a partir de ahora al relajo de bilbaínos y, sobre todo, de los turistas que acuden a ver el museo Guggenheim.
La siguiente sección se presenta bajo el epígrafe de La escuela. Aquí aparecen desde edificios creados para ser residencia de universitarios hasta colegios de enseñanza primaria, formación profesional o universitaria. La mayor parte de ellos, ejemplos definidos de ese interés por introducir la arquitectura en la naturaleza sin estridencias, como bien refleja la escuela de La Fulliola en Lleida, de Ángeles Negre, o el centro diseñado por Pascuala Campos de Michelena en la isla gallega de Arousa, que reivindica también la memoria conservera de la zona.
Se continúa con el apartado dedicado a la convivencia, lugar de encuentro de obras públicas, como las bibliotecas o los centros de salud. Después se muestran otros espacios de la vida cotidiana, desde el trabajo hasta la diversión, los lugares emblemáticos, la recuperación de la memoria, los dedicados a la contemplación interior y exterior o los que suponen siempre un final, porque comienza un nuevo trayecto. Aquí se podría incluir la estación intermodal de Ametzola, en Bilbao, en cuyo diseño participó Gloria Iriarte Campos, de IMB Arquitectos. Finalista del Premio de Arquitectura Española 1997-1999 ésta es una de las principales aportaciones del nuevo Bilbao que surgió a finales del siglo pasado. No sólo recuperaba una zona degradada en el centro de la ciudad, sino que servía de reivindicación de una de las líneas ferroviarias más abandonadas, la de FEVE.
Construir desde el interior incluye, exclusivamente para Vitoria, el trabajo que María Paz Larrumbide realizó al diseñar el parque tecnológico de Miñano; un vídeo del interior de la histórica villa E-1.207 de los arquitectos Eileen Gray y Jean Badovici, sin olvidar las referencias indispensables a las pioneras, como Aino Aalto o Allison Smithson.
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