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Varios cazas intentaron evitar el choque del avión contra el Pentágono, pero llegaron tarde

La confusión entre civiles y militares frustró los intentos desesperados de impedir el ataque

El Pentágono supo que el vuelo 77 de American Airlines estaba secuestrado y, durante el tiempo que transcurrió desde que tuvo conocimiento de ello hasta que se estrelló contra una de sus alas oeste, trató de evitar que ocurriera, pero no supo cómo. Durante la hora en que el avión estuvo bajo control de los secuestradores, los funcionarios militares del centro de control del área este del edificio mantuvieron urgentes conversaciones con la policía y los controladores de vuelo sobre cómo actuar. Pero los cazas que sobrevolaban Washington tras el ataque a las Torres Gemelas no llegaron hasta 15 minutos después del impacto.

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Todo ello a pesar de los planes elaborados para coordinar esfuerzos civiles y militares en el control defensivo del espacio aéreo del país, y pese a que otros dos aviones habían impactado contra el World Trade Center de Nueva York poco antes. Pero a la falta de coordinación entre ambas instancias se añaden los problemas para reglamentar la seguridad aérea. Aunque los aviones de combate que describían vuelos circulares sobre Washington hubieran llegado antes de que el aparato chocara contra el Pentágono, no está claro lo que hubieran podido hacer para detener el ataque.

La Administración Federal de Aviación (FAA) ha rechazado oficialmente discutir la secuencia de los acontecimientos del martes, alegando que forma parte de la investigación del FBI. Pero los controladores en Nueva Inglaterra sabían sobre las 8.20 que el vuelo 11 de American Airlines de Boston con destino a Los Ángeles había sido probablemente secuestrado.

Cuando los primeros informativos dijeron que a las 8.48 un avión había chocado contra el World Trade Center, sabían que se trataba del vuelo 11. Y en unos minutos más, los controladores sabían que el vuelo 175 de la United (el segundo que chocó contra las Torres Gemelas) y el 77 de American (que impactó en el Pentágono) también estaban secuestrados.

El vuelo 77, que despegó desde el aeropuerto internacional de Dulles en las proximidades de Washington poco después de las ocho de la mañana permaneció en vuelo hasta las 9.45 y había sido visible en el sistema de radares de la FAA mientras revertía el curso del vuelo en el Medio Oeste una hora después para volar de vuelta a Washington. Además, a las 9.25, el Gobierno supo de labios de Barbara Olson, una comentarista política que viajaba en el vuelo 77, que el avión había sido secuestrado. Ella llamó a su marido, el procurador Theodore B. Olson, para decirle lo que estaba ocurriendo.

La reglamentación existente para garantizar la seguridad del espacio aéreo fue elaborada en los cincuenta y cubre la posibilidad de mandar cazas a perseguir a un avión secuestrado en su recorrido, por ejemplo, a Cuba. También dice cómo interceptar un avión que penetra en el espacio aéreo de la nación a través de la zona de defensa aérea a lo largo de la costa atlántica, pero no señala lo que hacer con los kamikazes. EE UU ha firmado un tratado que prohíbe el uso de la fuerza contra aviones civiles. El Congreso votó en contra de otorgar a los militares el permiso de disparar a los aviones sospechosos de cargar droga que intenten cruzar EE UU. Si esas restricciones deberían aplicarse a un avión que muestra claramente su intención de atacar, no está claro. Además, disparar a un avión tan grande como un Boeing 757 o 767 da lugar a otros problemas. Un funcionario de la FAA señalaba que 'si se evita que el aparato choque contra un edificio del Gobierno, impactaría contra otro edificio'.

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