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Consecuencias económicas

Las compañías aéreas y constructoras de EE UU atraviesan una situación crítica

Ambos sectores confían en las ayudas públicas para evitar la quiebra de algunas empresas

Los atentados suicidas del pasado martes han colocado a la aviación comercial de Estados Unidos en una situación crítica, tanto que amenaza la existencia de varias compañías. Continental Airlines, la quinta compañía norteamericana, anunció el despido de 12.000 empleados, el 20% del total, y una reducción del 20% de los vuelos. Mientras tanto, la ciudad de Nueva York cancelará grandes proyectos de construcción para dedicar recursos a reconstruir Manhattan. Se espera que el Gobierno ayude a las empresas más afectadas para evitar la quiebra de algunas de ellas.

A las pérdidas que afectan a todo el sector aéreo, American Airlines y United, las dos primeras aerolíneas del mundo, deberán añadir las consecuencias económicas de las posibles querellas presentadas por los familiares de las víctimas de los atentados, que afectarán a su capacidad crediticia. Tor Jensen, propietario de una pequeña agencia de viajes en Wilmette -un suburbio del norte de Chicago-, se quedó sin negocio cuando el martes fueron suspendidos los vuelos en Estados Unidos. 'La gente tiene miedo de volar y las pérdidas van a ser tremendas', decía ayer. Jensen calcula que para el año 2001 va a tener una caída del 10% en la cuenta de resultados, porque el 80% de su negocio es con vuelos internacionales.

Consecuencias duraderas

Jensen cree que sobrevivirá, pese a que Bethune, el primer ejecutivo de Continental, decía que los ataques van a producir consecuencias que tardarán una generación en superarse. Las pérdidas, que van a colocar a muchos pequeños negocios en situación crítica, suponen perjuicios de miles de millones de dólares para las grandes compañías aéreas, ya afectadas por los altos precios del combustible y la recesión económica.

El parón total de esta semana ha costado entre 250 y 275 millones de dólares diarios a las compañías, lo que lleva a los analistas a vaticinar unos perjuicios para este ejercicio de entre 4.000 y 7.000 millones de dólares. Los dos primeros trimestres ya habían dado números rojos. 'Los ingresos van a quedar reducidos a la mitad, lo que pone en peligro nuestra misma existencia', mantiene Bethune. Las compañías deberán hacer inversiones para adaptarse a las nuevas medidas de seguridad, al tiempo que han perdido negocio al ser privadas de ciertos transportes de mercancías. El incremento de costes será repercutido en los viajeros y el alza de las tarifas puede incitar a una guerra de precios que acabe con las menos sólidas.

Las compañías intentan durante este fin de semana volver a la normalidad, pero los viajeros no se presentan. El viernes, Continental dispuso del 40% de los vuelos con sólo el 40% de ocupación. American Airlines estima que, cuando se recupere la plena normalidad, sólo mantendrá el 80% de los vuelos que tenía antes del 11 de septiembre.

Analistas del sector aventuran que la cotización de American y United caerá en picado cuando mañana se abra Wall Street. Las dos compañías están negociando para conseguir que el Congreso apruebe con urgencia un plan de ayudas que puede llegar hasta los 12.000 millones de dólares. 'Si no llega ese dinero para diez compañías que sé, no existirán para finales de año', señala Bethune.

Lo mismo ocurrirá en Nueva York, con ambiciosos proyectos de construcción en el dique seco. La ciudad tenía previsto embarcarse en un faraónico proyecto de renovación del centro cultural Lincoln Center presupuestado en 1.500 millones de dólares, el nuevo Guggenheim o el futuro estadio de béisbol para los Yankis y los Mets.

En Estados Unidos, los grandes proyectos cuentan con una participación pública sostenida con la filantropía privada. Ahora, los recursos públicos deben destinarse a la reconstrucción de la parte asolada de Manhattan y las grandes compañías tienen en algunos casos la necesidad de reconstruir edificios enteros. La restauración del centro financiero neoyorquino absorberá también ingentes recursos humanos, con la consiguiente escasez de técnicos cualificados para otras obras de la ciudad.

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