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Valencianizar y modernizar

Bajo el lema de 'valencianizar' y 'modernizar', la Consejería de Educación saca a la luz un documento provisional para modificar los currícula de la ESO y el Bachillerato, con estivalidad y alevosía, pues tal documento tiene fecha de 25 de julio y se envía a las editoriales sin ningún tipo de discusión previa con los demás estamentos implicados. Mucho se ha hablado en estos últimos días de la mutilación en materia literaria y la contradicción que, de aprobarse un documento igual o parecido a éste, crearía, por ejemplo, respecto a los estatutos de la recién estrenada Acadèmia Valenciana de la Llengua.

Poco se habla, en cambio, de lo que la propuesta implica en cuanto a su concepción de la lengua y la enseñanza de la lengua (así, sin adjetivos ni polémicas que permiten justificar y argumentar las peores atrocidades científicas y culturales). Centrándonos en el texto referido a la ESO, tras un preámbulo que cualquier especialista en lingüística y didáctica podría compartir, se incluye una descripción de contenidos que significa una involución respecto a los avances obtenidos en la enseñanza de lenguas, ampliamente refrendados por los especialistas. Se trata de un temario basado en una concepción decimonónica de la lengua (letras, palabras y oraciones) al que se añade un apartado final -lo cual no es poco significativo- dedicado tímidamente al texto. Y lo peor no es tal concepción de los contenidos, sino que ésta entra en flagrante contradicción con los objetivos planteados y los criterios de evaluación propuestos. Dichos contenidos difícilmente pueden conducir a mejorar la competencia comunicativa del alumno, puesto que inducen a repetir conocimientos memorísticos separados de las destrezas. Por si todo esto fuera poco, en los apartados dedicados a aspectos textuales, se observa una confusión terminológica considerable. Se utilizan (y aplican) inadecuadamente términos fundamentales como tipo de texto, género o propiedad del texto. En el documento referido al Bachillerato, se excluye la conexión de la cohesión o se habla de mecanismos de coherencia (¿no será mecanismos de referencia?), por citar sólo algunos casos que llaman poderosamente la atención de quien se dedica al estudio del lenguaje y de las lenguas.

Unos contenidos como los que encontramos en este documento hacen muy complicado que los alumnos puedan conseguir 'un saber reflexivo sobre las prácticas comunicativas necesarias para la socialización'; supondrían una vuelta atrás claramente injustificada y crearían una nueva confusión y desconcierto en alumnos y profesores, que, con gran esfuerzo, se pusieron al día en materia de lengua y de enseñanza de la lengua a raíz de la reforma.

Pero dejemos la discusión técnica y volvamos al principio. Puestos a 'valencianizar', podrían empezar por el documento en cuestión, que está escrito, en su mayor parte, en castellano. Y digo en su mayor parte porque en los contenidos de Valenciano: lengua y literatura se escapan de vez en cuando palabras que no corresponden a la lengua de Cervantes. Y es que, además de utilizar el ordenador para cortar y pegar textos, conviene utilizar, como recoge el propio temario de ESO y de Bachillerato, un corrector ortográfico. También podrían valencianizar las intervenciones públicas de los políticos y los medios de comunicación valencianos, dado que los temas donde se habla de poner en contacto a los alumnos con textos, sobre todo procedentes de medios de comunicación por su importancia y relevancia social, van a ser bastante difíciles de impartir, dada la falta de cantidad y variedad (y calidad) de muestras. En cuanto a 'modernizar', debe ser que ha cambiado la acepción de la palabra desde la última vez que leí el diccionario, puesto que la propuesta nos traslada, como mínimo, cincuenta años atrás, haciendo caso omiso de todos los avances conseguidos, en el nivel teórico y práctico, en la didáctica de las lenguas. ¿Modernizar es volver a modelos ya superados? ¿Es acaso memorizar conceptos teóricos que uno olvida al día siguiente del examen? ¿Es desorientar a profesores, padres y alumnos, víctimas finales de las ideas brillantes de políticos y asesores que, a tenor de lo visto, quizás deberían leer un poco más antes de escribir?

Así pues, este documento, que esperamos que pase de ser provisional a ser papel de reciclaje, es una vergüenza para quienes lo presentan y lo defienden, un insulto a la inteligencia y al trabajo de los profesionales de la enseñanza, una evidencia de que el Gobierno valenciano, lejos de querer desactivar un conflicto lingüístico que utiliza a voluntad para sus fines políticos, no duda en incrementarlo con un despropósito cultural y educativo.

Maria Josep Cuenca es profesora-especialista de la Universidad de Valencia para las pruebas de acceso de Bachillerato-LOGSE y miembro del Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana.

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