Semilla de odio

Leo con atención las noticias y cartas al director que aparecen en EL PAÍS. En los últimos días, casi a diario, asistimos a noticias en relación con el conflicto socio-político que mantienen los palestinos con el Estado de Israel. Que si un director de orquesta es declarado persona non grata por interpretar a Wagner, que si se pide condenar a Israel en la Conferencia Mundial de Durban, que si EE UU y el rabino del Reino Unido no acudirán si se igualan sionismo y racismo, que si cartas que hacen referencia al holocausto o las propuestas del viceministro israelí de seguridad interior... Pero de todas las referencias a este problema, lo que más me ha llamado la atención es la investigación realizada por el ex oficial Ari Sharabi con niños israelíes con relación a lo que piensan de los palestinos, y sus resultados constituyen un signo de alarma.

Quiero recordar que uno de los ejes fundamentales de la ideología nazi fue el antisemitismo, entre otros no menos importantes. Las bases sobre las que se asentó el Estado Nacional-Socialista no nacieron en época de Hitler; a inicios del siglo XIX, filósofos, y posteriormente escritores, reflejaban en sus escritos el racismo, el espacio vital, la grandeza... que presagiaban un futuro estado nazi; y en la década de los treinta (un siglo después), los ideólogos del régimen las capitalizaron en sus proyectos, atrayendo no sólo a las masas, sino también a intelectuales y a la gran industria. Si algunos niños israelíes, futuros maestros, escritores e intelectuales, piensan con odio hacia lo árabe, creo que se está sembrando la semilla para que en un futuro un partido político con un líder esperpéntico capitalice estos sentimientos, los magnifique y utilice de la misma manera que lo hizo el nazismo, encontrándonos a medio y largo plazo con una situación similar a la padecida por los judíos, pero aplicada hacia otro pueblo.

Siento un especial aprecio y admiración hacia ambos pueblos, y en general a todos los pueblos del mundo. Confío en que sus líderes políticos, religiosos e intelectuales sepan poner freno a este odio, puesto que están a tiempo de evitar una gran tragedia de la que nadie se librará, pues todos estaremos involucrados en ello.