Chevènement disputará a Chirac y Jospin la presidencia de Francia
El ex ministro socialista pretende ser el 'modernizador de la República'
Jean Pierre Chevènement, cinco veces ministro y tres de ellas dimisionario por problemas de coherencia ideológica, lanza hoy su candidatura a la presidencia de Francia con la intención de jugar el papel de tercer hombre en la batalla electoral de la primavera próxima. Dos tercios de los franceses tienen 'buena opinión' de él, aunque sólo están dispuestos a votarle entre el 5% y el 7%, según los últimos sondeos; un porcentaje que él pretende incrementar enarbolando la bandera de 'la modernización de la República'.
Chevènement está lejos de representar un relevo generacional frente a políticos como el neogaullista Jacques Chirac y el socialista Lionel Jospin, los tres en la franja de los 60 a los 70 años. Sus 62 le acreditan como político de larga trayectoria, que vende la imagen de una persona en la que se puede confiar porque sabe renunciar al poder antes que traicionar ideales o compromisos adquiridos. Algunos le censuran por ineficaz, precisamente a causa de tantas batallas perdidas; hoy, en plena crisis de la confianza popular en la política tradicional (puesta de relieve por las batallas antiglobalización), los que apoyan a Chevènement creen en su desapego al poder como una baza a su favor.
Batalló en el primer mandato de François Mitterrand, cuando se resistió al modelo de apertura europea defendido por el entonces ministro de Economía, Jacques Delors, quien resultó ganador de esa pelea. Más tarde, Chevènement fue ministro de Educación, un tiempo aprovechado para impulsar la vuelta a la 'escuela republicana', que terminó sin dimisiones, por derrota electoral de todo el Gobierno. Los socialistas reconquistaron el poder en 1988 y Chevénement se vio nombrado ministro de Defensa, cargo del que dimitió en 1991 por desacuerdo con la intervención aliada en la guerra del Golfo -y naturalmente, con la participación de las tropas a las que teóricamente él dirigía-, que entendía como una mera operación de control del petróleo por Estados Unidos y Arabia Saudí.
Y tras abandonar también el Partido Socialista, y ya como fundador del pequeño Movimiento de los Ciudadanos (MDC), Chevènement se incorporó al Gobierno de la izquierda plural de Lionel Jospin en 1997, al frente del Ministerio del Interior, que dejó hace un año por desacuerdo con las conversaciones entre Jospin y los diputados corsos para intentar un arreglo del problema de la violencia en la Isla de la Belleza , a cambio de la autonomía.
¿Cuáles son las posibilidades reales de un político de estas características? El ex ministro del Interior se ofrece como alternativa a los 'deseosos de votar, en 2002, por un hombre que sea realmente un garante de las instituciones, de los principios republicanos y de la integridad territorial del país', según sus propias palabras. Este profundo nacionalista francés pretende enfatizar su llamamiento a todos los republicanos, desde los trotskistas a los gaullistas, sin dejar de rebañar votos entre Los Verdes, sumidos en una división interna, e incluso entre comunistas y socialistas decepcionados con sus respectivos partidos.
Francia es el país por excelencia de la división entre izquierda y derecha democráticas. No sólo por tradición social y política, sino por un sistema electoral que fuerza la pelea entre dos candidatos en la segunda y definitiva vuelta. Nunca han tenido éxito los intentos de instalarse en posiciones políticas menos definidas: ahora lo van a intentar tanto el centrista François Bayrou, que se ha proclamado candidato frente al neogaullista Jacques Chirac -en una operación que sólo tendría sentido si desembocara en una alianza del centro con la izquierda moderada-; y desde luego Chevènement, capaz de restarle votos a Jospin en la primera vuelta de las presidenciales, pero también de negociar su apoyo en la última y decisiva votación.
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