'Europa debe invertir en el desarrollo del Magreb'
La sorpresa de la campaña electoral francesa se llama Jean-Pierre Chevènement. No porque sea una cara nueva en la política -ya le ha dado tiempo a dimitir tres veces como ministro-, sino a causa de ese 10% o 12% de los votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales que le atribuyen los sondeos. La sorpresa absoluta sería que ganara; lo posible es que se sitúe en condiciones de arbitrar el resultado de la segunda vuelta entre Chirac y Jospin.
Pregunta. Ha sido usted ministro de Jospin y ahora compite con él por El Elíseo. Jospin no le ataca, dice de usted que fue un buen ministro...
Respuesta. ¡Muy hábil por su parte. Me abraza para asfixiarme mejor, je, je! No, mi objetivo es disputar la segunda vuelta. Los sentimientos son una cosa, la política es otra. No veo diferencia sustancial entre lo que proponen Jospin y Chirac.
'Hay que subir el salario mínimo un 25% y suavizar la aplicación de las 35 horas'
'Si los Estados Unidos de Europa sustituyeran a las naciones, sería un empobrecimiento'
P. ¿Qué significa para usted ser republicano?
R. Sostener algunos principios. La República se encuentra más allá de la derecha y la izquierda: yo me mantengo en ese discurso. Francia no saldrá adelante si no moviliza a la vez ciertos valores situados a la derecha y otros a la izquierda, que para mí son conciliables: la ciudadanía, la soberanía popular, la igualdad, la autoridad de la ley, el laicismo.
P. Chirac ha declarado la seguridad ciudadana como la prioridad máxima y Jospin también lo considera importante, aunque pone por delante el pleno empleo. ¿Hasta qué punto pesa Europa en su campaña?
R. Para mí, Europa es una de las palancas principales para responder a los desafíos que tenemos por delante. Cuando Francia recupere la confianza, será más fácil dinamizar Europa. Para abordar el futuro es esencial el restablecimiento del Estado republicano, la revalorización del trabajo y del esfuerzo, y el restablecimiento de la escuela pública.
P. ¿Es que no existe la escuela pública?
R. Existe, pero no recibe directivas firmes.
P. ¿Revalorizar el trabajo quiere decir aumentar los sueldos?
R. Esto implica mejorar las retribuciones del trabajo, la suavización de las 35 horas, que sólo se han aplicado en las grandes empresas...
P. Y en los ministerios.
R. Pero no se han creado más puestos, de modo que las 35 horas han degradado el servicio público y las condiciones laborales. Hay que suavizar la aplicación de las 35 horas y romper con la sociedad asistencial.
P. ¿Se refiere a eliminar las ayudas sociales?
R. No, defiendo que el trabajo vuelva a ser atractivo. Yo propongo subir el salario mínimo el 25% en cinco años y retirar tasas sobre el trabajo. Hay que aumentar la diferencia entre los mínimos sociales y el salario mínimo: en el estado actual de las cosas no hay suficientes incentivos para trabajar.
P. Pero esto puede ser un problema para las finanzas públicas.
R. No, porque yo propongo sustituir las cotizaciones sobre salarios con un IVA social y una contribución social generalizada ampliada sobre el conjunto de los ingresos. No como Chirac, que propone suprimir impuestos sin crear otros; mi programa es movilizador, pero no demagógico.
P. ¿Europa no es un tema un poco oculto en esta campaña?
R. Sí. Las rebajas de impuestos y de cargas sociales que propone Chirac retumbarán sobre el déficit público. Esto cuestionará el pacto de estabilidad que él mismo firmó al tiempo que el Tratado de Amsterdam, y que además impuso al Gobierno de Jospin. Ahí hay una contradicción: Chirac hace como si Europa no existiera.
P. ¿Qué quiere decir su propuesta de apertura 'al sur'?
R. Se trata de un problema inmenso. No se puede arreglar la situación del Magreb, o de toda África, simplemente a través de una zona de libre cambio. Se necesitan infraestructuras, educación, salud, flujos migratorios temporales: hay que pensar en una verdadera coprosperidad o codesarrollo. Si el integrismo triunfara en el Magreb sería grave para toda Europa, y sobre todo para Italia, Francia y España. ¿Se imagina a millones de seres humanos intentando escapar de regímenes integristas? Se produciría un éxodo de masas y no podríamos cerrarles las puertas.
P. ¿Es usted partidario de invertir en el Magreb, más que de abrir Europa a la inmigración?
R. Sí. Ya tenemos muchos problemas interiores, de paro y de integración. No soy partidario de la inmigración cero, en Francia hay un flujo de unas 100.000 personas por año, pero debe hacerse en el respeto de nuestros valores y de nuestras leyes. Por consiguiente, hay que dar prioridad al crecimiento económico en los países de origen. Incluso al ritmo actual, Europa contará con 40 o 50 millones de inmigrantes en 2050.
P. Invertir en África incitará a deslocalizar empresas.
R. Una parte importante de la industria textil francesa se encuentra entre Marruecos y Túnez. Parte de la industria puede ir a esos países, pero además hay que desarrollar la producción agrícola, de la que depende allí la mayoría de la población.
P. Usted no cree mucho en la Eurocámara...
R. El Parlamento Europeo, con 15 modos de escrutinio yuxtapuestos, 11 lenguas y tres minutos de tiempo de palabra por cada diputado, no me parece el lugar de expresión democrática ideal. Por eso yo hago notar, como lo ha recordado la declaración Blair-Schröder, la importancia del Consejo Europeo como fuente de legitimidad. Yo propongo compartir el derecho de iniciativa entre la Comisión y el Consejo y aplicar cooperaciones reforzadas, que deberían implicar a los cinco grandes países: Alemania, Francia, Italia, España y, si fuera posible, Reino Unido.
P. Si fuera elegido, ¿impulsaría la aproximación a los dos Gobiernos de derecha que existen en España e Italia?
R. En cuando se pasa la frontera, se olvida si el Gobierno es de derechas o de izquierdas.
P. ¿Cree factibles el espacio jurídico común y la orden de detención europea?
R. Es una idea seductora, pero choca con la realidad de sistemas judiciales extremadamente distintos. Yo creo más en la cooperación de policías y magistrados de país a país para temas sensibles, como hice desde Interior respecto a ETA o el terrorismo integrista. Aunque se cree una orden de arresto europea, ejecutarla exige una voluntad política; de lo contrario, todo eso será extremadamente frágil.
P. De momento, el euro ha sido bien aceptado.
R. La gente no tenía otra opción. La cuestión es si vamos a poder rebajar los tipos de interés, que son el doble que en EE UU.
P. Desde el lado socialista, Moscovici (ministro de Asuntos Europeos) ha propuesto ir hacia los Estados Unidos de Europa, mientras Jospin se mantiene más prudente.
R. Yo constato que el Partido Socialista se ha pronunciado por una unión política federal y que Moscovici acaba de emplear un vocablo, los Estados Unidos de Europa, que implícitamente conduce a los Estados Unidos de América como modelo. Pero hay 30 pueblos en Europa; no se puede hacer como si en Europa hubiera sólo un pueblo, eso no es verdad. Si Europa sustituyera a las naciones, eso sería un empobrecimiento.
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