Un investigador jiennense retrata en un libro la lucha de los maquis andaluces

El número total de muertos relacionados con la lucha guerrillera antifranquista fue de 6.000 en toda España, el triple de la cifra oficial hecha pública. También los encarcelados, unos 20.000, duplicaron la estadística reconocida por el régimen dictatorial. Este guiño a la historia aparece documentado en el libro La guerra no acabó en el 39, del que es autor el investigador y criminólogo jiennense Luis Miguel Sánchez Tostado y que retrata la historia de los maquis, figuras denostadas como vulgares bandoleros que alimentaron el utópico sueño de reconquistar la democracia y vencer al aparato militar franquista.

En el libro, editado por el Patronato de Cultura del Ayuntamiento de Jaén, se narran las espectaculares acciones, emboscadas, escaramuzas, secuestros y arengas de los maquis, así como 'la contundente represión de la que fueron objeto y el final trágico y sangriento que rodeó a muchos de ellos de un halo de leyenda', según afirma el autor. Sánchez Tostado, diplomado en Criminología por la Universidad Complutense de Madrid, ha estado cuatro años explorando los archivos históricos militares, penitenciarios, de la Guardia Civil y del Partido Comunista, entre otros muchos, además de incorporar a la obra numerosos e inéditos testimonios orales de gentes que conocieron y estuvieron cerca de los maquis, durante el periodo de 1939 a 1952.

El prolífico y riguroso trabajo de investigación ha sido prologado por el secretario general de UGT, Cándido Méndez, para quien los maquis vinieron a revelar que 'una parte del pueblo, quienes luchaban y quienes les ayudaban, no se resignaban al aplastamiento del régimen democrático republicano por los militares sublevados'.

Tratados como bandoleros

Méndez critica que el régimen dictatorial trató de ocultar la existencia de estos guerrilleros y, cuando esto no era posible, 'presentaba los hechos a su conveniencia, como acciones de delincuentes y bandoleros o de agentes a sueldo que obedecían a conspiraciones y consignas procedentes de enemigos exteriores'.

En el libro aparecen descritas las acciones de los maquis más famosos, como Tomás Villén Rodán, Cencerro, un activista guerrillero del PCE que operó en la Sierra Sur jiennense, Francisco Expósito, Gafas, que tuvo una gran influencia en la agrupación centro de guerrilleros de Ciudad Real y Jaén, o Francisco Osuna, Vidrio, nacido en La Carlota (Córdoba) y que fuera jefe de la guerrilla que dominaba la zona oriental de Sierra Morena.

Sánchez Tostado, autor de otros libros sobre las prisiones y el consumo de drogas, se refiere también en su trabajo a la crueldad de la represión franquista contra los maquis, fundamentalmente por la aplicación masiva de la despiadada ley de fugas. Sólo en la provincia de Jaén aparecen documentadas 65 muertes por procedimientos de terrorismo de Estado y por torturas en los interrogatorios.

El autor del libro confía en que prospere la iniciativa de la Asociación Guerra y exilio, que apoyan varias formaciones políticas, para que al medio centenar de maquis que quedan vivos se les reconozcan pensiones similares a las aprobadas recientemente para los que estuvieron en campos de concentración durante el régimen franquista.