Un curso rescata el valor olvidado del arte español en el exilio

Ha llegado el momento de dejar de lamentarse por lo que perdieron el arte y la cultura española con el exilio. Primero, porque el exilio supuso para el arte español 'más un enriquecimiento que una amputación'. Y además, porque aún permanece 'en terreno de nadie' toda una nómina de creadores que, a pesar de desarrollar buena parte de su trabajo fuera de España, siempre se consideraron artistas españoles. Tales ideas defendió ayer Miguel Cabañas, jefe del departamento de Historia del Arte del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), en el curso Arte y Política en España (1939-2001), programado por la Universidad Complutense en San Lorenzo de El Escorial.

Cabañas centró su exposición en el exilio mexicano, a su juicio 'el más importante', ya que acogió a más de 300 artistas españoles de primera y segunda generación. Algunos de los nombres que la historia del arte español debería recuperar citados por Cabañas son Remedios Varo, Vicente Rojo, Antonio Rodríguez Luna, Elvira Gascón, José Renau, Enrique Climet o Félix Candela.

'La historiografía tiene que recoger la aportación al arte contemporáneo de esos artistas', reclamó Cabañas. A su juicio, no se debe hablar de pérdida, sino de 'arte español al otro lado del océano, ya que los exiliados mantuvieron intactas sus características y sus temas'. Sin el exilio, opina el científico, hoy no podría hablarse de un realismo socialista en el arte español.

El profesor del CSIC dividió en cinco etapas, desde la Guerra Civil hasta el fin de la dictadura, el periodo del exilio de los artistas españoles en México. En ese tiempo, recorrido por dos generaciones, los exiliados pasaron de mantener a rajatabla su espoñalidad frente a la influencia de los artistas locales, al tiempo que 'guardaban la maleta preparada debajo de la cama', a integrarse progresivamente en la vida mexicana, hasta terminar, algunos, por renunciar a volver a España.