La guerra sucia de los colonos radicales
Conmoción entre la población israelí por las acciones de barbarie de los militantes ultraortodoxos
'Muerte a los colonos', gritaron ayer millares de palestinos en las calles de Idna (18.000 habitantes) mientras llevaban a hombros desde la mezquita hasta el cementerio los cuerpos de tres vecinos, entre ellos un bebé de tres meses. Habían sido asesinados a tiros la noche anterior, cuando viajaban en un coche, en una acción reivindicada por un grupo de colonos radicales israelíes autodenominado Comité para la Seguridad en la Carretera.
La masacre ha conmocionado a los palestinos, pero también a la población israelí, que ha descubierto horrorizada que sus militantes radicales son también capaces de perpetrar actos de barbarie y terrorismo. El ministro de Asuntos Exteriores israelí, Simón Peres, ha anunciado que todo el peso de la ley caerá sobre los responsables del asesinato. El Comité para la Seguridad en la Carretera no es un grupo nuevo ni está solo: forma parte de una nebulosa confusa de organizaciones radicales judías que han decidido luchar por su cuenta en esta Intifada, participando activamente en la guerra sucia impulsada desde el propio Gobierno del ex general Ariel Sharon. Este grupo es heredero de otro idéntico que, con el mismo nombre y los mismos objetivos, actuó en el periodo comprendido entre 1988 y 1995 en las vías de acceso a los territorios autónomos.
El Comité rebrotó con fuerza hace pocos meses en el norte de Cisjordania como réplica a los francotiradores palestinos que acosan con sus disparos a los automovilistas israelíes. Esta organización clandestina la configuran los elementos más belicosos de los asentamientos judíos. En su mayoría son miembros de las brigadas de autodefensa que, pertrechados con armas distribuidas por el Ejército, tratan de imponer sus reglas en las zonas gobernadas por Arafat. Son especialmente activos en las regiones rurales, donde la presencia del Ejército o de la policía palestina está muy debilitada. En los diez últimos ha reivindicado otros dos atentados, el primero en los alrededores de la localidad palestina de Alhula, cerca de Ramala, donde los miembros de este grupo clandestino tirotearon y asesinaron a un camionero. Pocos días más tarde, la misma organización reivindicaba un tiroteo similar contra un coche de matrícula verde (palestina), aunque no llegó a provocar víctimas mortales.
Las autoridades policiales israelíes suponen que los responsables de este grupo terrorista judío están ideológicamente vinculados a la organización paramilitar Kach, que fundó en la década de los años ochenta el rabino radical Meir Kahane, asesinado por un fundamentalista árabe en Nueva York en 1990. Este grupo, que llegó a contar con un diputado en el Parlamento y que ahora es oficialmente ilegal, fue refundado y reactivado por el hijo del rabino, Benjamín Kahane, quien también murió de manera trágica el pasado 31 de diciembre, por los disparos de radicales palestinos. Las actividades sociales del Kach están toleradas, ya que mantiene una oficina en Jerusalén, y sus miembros están presentes en determinados asentamientos cercanos a Nablús, en Cisjordania.
Los servicios secretos israelíes, Shin Bet, anunciaron hace pocos días su preocupación por las reiteradas actividades de estos grupos de fanáticos judíos. Su llamada de alerta coincidió con la detención de Noam Federman, un dirigente colono, después de que su camioneta explotara en el asentamiento de Kiryat Arba, descubriéndose que transportaba dentro explosivos y munición. Pero este radical, antiguo militante de Kach, fue liberado con la misma puntualidad y discreción con la que había sido arrestado. Ayer, mientras millares de palestinos participaban en el entierro de los tres miembros de la familia Etnizi -Diwa, de 3 meses; Mohamed Salameh, de 22 años, y Mohamed Hilmy, de 20 años-, la organización de los colonos israelíes Yesha Council condenaba el tiroteo de los tres civiles palestinos, pero trataba de justificarlo al asegurar que 'esto pasa cuando el pueblo se siente desprotegido y defraudado'.
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