Lisboa ofrece una gran retrospectiva de Oscar Niemeyer

El ferviente admirador de la Cuba castrista y la prosa de Saramago no pudo asistir a la inauguración de la muestra, como tenía previsto, 'por estas cosas de la edad' y su deseo de no abandonar Brasil, 'más concretamente Río de Janeiro'. No obstante, envió una carta que revela sus inquietudes y preocupaciones vitales. Le hubiera gustado volver a Lisboa, 'esa arquitectura que, generosa, se diseminó por mi país acentuando las relaciones fraternales que siempre nos unieron a Portugal'.

Le hubiera gustado también 'hablar con los estudiantes y repetirles lo que siempre digo a mis colegas: no basta con salir de la escuela como un buen profesional, sino, sobre todo, ser consciente de este universo fantástico que nos sorprende y nos humilla, apto para luchar por una vida más justa para todos'. Y firmar su presencia en Lisboa con su nombre completo: 'Oscar Ribeiro de Almeida Niemeyer Soares. Ribeiro y Soares, portugueses. Niemeyer, alemán, y Almeida, árabe, con certeza, donde, como ocurre a veces, prevaleció el nombre extranjero'.

Procedente 'de una familia católica y feliz, pero llena de prejuicios', Niemeyer explica que su trabajo profesional y su 'posición política invariable y tan radical resultan de este mundo injusto en el que vivimos y de la propia vida, para mí mucho más importante que la arquitectura'. Un mundo que, a su juicio, es necesario transformar mediante el compromiso con los pobres, los oprimidos y los excluidos.

Independientemente de sus posiciones políticas, de su comunismo utópico, el genial arquitecto expresa también en esta retrospectiva su visión artística: 'No me interesa la arquitectura racional, con sus limitaciones funcionales, su rigidez estructural, sus dogmas y sus teorías. La arquitectura es una cuestión de sueños y fantasías, de curvas generosas y de espacios amplios y abiertos'.

Abierta en el Pabellón de Portugal de la antigua Expo de Lisboa hasta el próximo 2 de septiembre, la exposición está divida en 15 módulos que muestran sus más de 500 proyectos en cuatro continentes, más de cuatrocientos diseños, dibujos, fotografías o maquetas de sus obras más emblemáticas, así como muebles, libros, premios, curiosidades, esculturas o una reproducción fotográfica, a escala real, de su estudio en Río de Janeiro, donde puede escucharse una selección de su música preferida. La exposición va acompañada también de un documental sobre su vida y obra, así como un excelente catálogo con más de 250 imágenes de sus principales trabajos.

Conocido como 'el poeta del cemento armado', Oscar Niemeyer fue discípulo y posteriormente colaborador de Le Corbusier, con quien trabajaría en el proyecto de la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, en 1947. La falta de calidad de vida en las ciudades es otra de sus preocupaciones. Niemeyer cree que la ciudad 'debe ser multiplicable, pero no crecer sin control'. Las ciudades modernas, a su juicio, están dominadas 'por los poderes inmobiliarios, el lucro, los beneficios; las ciudades deben multiplicarse entre espacios vacíos, con una identidad urbana'. Y como colofón no tiene dudas sobre el edificio más bello del mundo: el Palacio de los Doges de Venecia.