Pasatiempos
Aunque no sea verano. Quiero decir que precisamente porque llevamos un verano que no lo parece, la tarea de divertirle, desplayado y malhumorado lector, debe superar el rango de la obligación para convertirse en imperativo, que aunque sea lo mismo parece más. De ahí la modesta colección de pasatiempos que me atrevo a proponerle para que pueda torear el ocio -o sea, el aburrimiento- con la misma gracia y desparpajo que todos esos corredores guiris del encierro que constituyen el ejemplo vivo -todavía- de que si no hubiera San Fermín habría que inventarlo.
Pensamiento. Aquí iba a ir una píldora filosófica extraída de las farmacias del humor, pero ETA lo ha querido de otra manera. Por eso no habrá más que muerte. Otra. Tan vil, rastrera e inútil como todas las demás. Excepto para la víctima, que ha tenido que vivirla -hay un momento de la muerte que se vive- de estreno. Era su muerte y seguro que no sospechaba que sería así de gratuita y desalmada, que le vendría a traición para que un hatajo de asesinos pudiera descorchar una botella de champán. Porque no otra cosa van a sacar con ella. Los demás brindaremos con dolor, que une más y, al ampliar la solidaridad, lo mitiga. Luis Ortiz de la Rosa, que la tierra¡ te sea leve.
Laberinto. Coja un lápiz y siga el trayecto más adecuado entre la movediza posición que vincula -aunque sea remotamente- las acciones terroristas a la resolución de un conflicto político no resuelto y cree, so pretexto de llamarlo paz -cuando no hay guerra-, que sólo podrá resolverse aquello cuando se resuelva esto, luego las acciones policiales no tendrían más que un valor relativo, y la posición que desvincula ambos aspectos y sostiene que una cosa es defender determinadas opciones -para lo cual no hace falta postular ningún conflicto como coartada- y otra no dar ni agua al enemigo armado, sin olvidar que una de las dos posiciones -¿cuál?- laberintea más el laberinto al ocultar al viajero el verdadero destino del viaje.
Adivinanza. Ha calentado la investidura lanzando con un fin de semana de antelación exabruptos fáciles -últimamente le van las camisas azules y no se quita de la boca las camisas pardas, como si no hubiera pasado otro tiempo-, y ha dicho que España es un país que mendiga, o sea mendicante. ¿Cómo se llamará entonces el bienamado y futurible país que está pidiendo limosna -que no otra cosa ha de ser según su forma de pensar cierto ente conocido por Concierto Económico- al país que limosnea? Es lo malo de las fábulas, cuando uno desprecia y tira las hierbas que iba recogiendo siempre habrá otro más miserable detrás que las recoja.
Sopa de letras. Estaba cantado. Me refiero al esconder entre las letras a un cantante o, mejor dicho kantautor que para eso las compone, las letras, digo, y que para más inri pertenece a una familia de soperos. Les daré una pista; hace poco ha dicho: 'No sólo posible sino deseable', refiriéndose al recital de consultas a que deben someterse los vascos y las vascas, los vasquitos y las nesquitas, porque nunca han decidido como Dios manda. Vaya, que cuando uno cree jugarse el futuro y acude a las urnas está decidiendo menos que si le plantearan una consulta o referéndum de juguete que no va a poder decidir nada y donde, por eso mismo, podrá decidir -o se le invitará a decidir- hasta lo que no quería (total, si no vincula...). Para completar el nombre oculto en la sopa sólo falta la letra ö, pero se me autodeterminó.
Autodefinido. Por fin el lehendakari ha salido de su apartamiento y se ha investido. Lo ha hecho con la novedad de vestir de mesa al Parlamento y con la expectativa de combatir más firmemente a ETA, no en balde es la primera voluntad de los vascos. Después, más de los mismo. Una nebulosa donde no hay ámbito vasco sino voluntad pero Estatuto y autogobierno que no se enuncia directamente. Todo para no decir que se quiere el lehendakari de la independencia y que se propone estos pasos y estos plazos. Porque si no lo es, que también se autodefina, quiero decir que lo diga. Pero hay definiciones más duras y costosas que la del metro o diezmillonésima parte del meridiano terrestre. Digo, de la tierra, o sea de aquí.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.