Las marchas orangistas enturbian la nueva ronda de conversaciones de paz en Irlanda del Norte
Las fechas para el desarme del IRA y la retirada del Ejército británico siguen dividiendo a las partes
Mientras los primeros ministros de Irlanda y el Reino Unido, Bertie Ahern y Tony Blair, esperaban a sus huéspedes en un hotel del norte de Inglaterra elegido esta vez para la cita, los enfrentamientos de esta semana en el Ulster entre jóvenes católicos y policías al paso de las marchas protestantes orangistas mostraban claramente las diferencias entre todas las comunidades implicadas en el futuro de Irlanda del Norte.
Así, mientras el Partido Unionista, mayoritario entre los protestantes, seguía exigiendo el decomiso del arsenal del Ejército Republicano Irlandés (IRA) antes de profundizar en el funcionamiento de las instituciones autónomas, los miembros del Sinn Fein, brazo político de la organización terrorista, optaron por discutir asuntos relacionados con la ley y el orden. Son sucesos como las cargas policiales efectuadas en Belfast, calificadas de excesivas por los nacionalistas y que la policía definió como respuesta adecuada al 'asalto premeditado' de manifestantes armados con más de trescientas bombas incendiarias y que quemaron coches y arrancaron farolas a su paso.
Capacidad para decidir
Lo único que unía anoche a los invitados de Ahern y Blair era la certeza de que los acuerdos de Viernes Santo de 1998 son la mejor garantía para la paz en Irlanda del Norte; una forma de esperanza a la que se aferraban los dos primeros ministros en espera de sus invitados a la vista de que el tiempo corre más que nunca en su contra. 'Estamos aquí porque creemos que habrá un acuerdo al final. Es hora de que todos los implicados en este proceso de paz muestren su capacidad para decidir y tomar las riendas de su futuro', señaló Blair, que se ausentó de la Cámara de los Comunes y de su cita semanal con las preguntas de sus diputados para apoyar con su presencia la reunión. Una postura que contrasta con la de Robert Saulters, gran maestre de la Orden de Orange, que ha pedido a los políticos unionistas que abandonen una mesa 'donde no se negocia nada'.
Estas nuevas conversaciones, que pueden prolongarse a lo largo del fin de semana, no serían cruciales si no fuera porque el contencioso de las armas forzó el pasado 1 de julio la dimisión del líder unionista, David Trimble, que presidía la asamblea autónoma de Irlanda del Norte. Su marcha no sólo deja dicha institución descabezada; fuerza además la elección de un sucesor para el próximo 12 de agosto, fecha que preocupa sobremanera a Londres y Dublín.
De no hallarse un nombre que contente a todos, cabe la posibilidad de que sean convocadas elecciones a la propia Asamblea; un proceso político sencillo en cualquier otro escenario, pero que aquí enconaría aún más los ánimos, dadas las diferencias que separan aún a todos los partidos con voto para formar las instituciones autónomas.
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