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Columna
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La persona y el rostro

La cara es el espejo del alma... Las apariencias engañan...

El engaño de las apariencias fue más cierto cuando había que ocultar el alma verdadera, la escondida, la que no era un espejo que tenía la forma mentida de una cara. En 1975, el jovencísimo fotógrafo Anton Corbijn, fuertemente atraído por el rock exhibicionista de The Rolling Stones y por la revolución de la cultura punk, se va de Holanda al Londres postpunk en el que el envoltorio de las rancias apariencias había sido sustituido por el alma de los rostros de gente como Joy Division. Corbijn les sigue a los conciertos y comienza a fotografiar la verdad de esos espejos. Sigue con ellos durante décadas, hasta llegar al Beck de nuestra melancolía o al José Menese de nuestras confusas raíces. Diseña carpetas para discos de Depeche Mode, Nick Cave, los Stone, John Lee Hooker, REM, Bryan Ferry, U2... Pasa por Hollywood.

'Voy en busca de la persona que se esconde bajo el rostro', resume Anton Corbijn. Y dispara. Dispara hacia los rostros de las estrellas con el difícil objetivo de encontrar a la persona. En las fotos que se exponen hasta el día 15, en la Casa de Vacas del Retiro, se ve que los rostros que son esas estrellas están delante de un objetivo. ¿Dónde está, entonces, la persona?: en la mirada fija de Keith Richards tras unas gafas negras que no permiten ver sus ojos; en el gesto de Michael Stipe comiéndose las uñas; en las solapas levantadas del abrigo negro de Beck, que le cubren la boca; en las uñas pintadas de negro sobre los pelos del vientre de un Kurt Cobain, que mira hacia otro lado; en el flequillo bien cortado y el impoluto blanco del pantalón de un Bryan Adams con el pecho desnudo; en la convincente fiereza desenfocada del primer plano de Luciano Pavarotti; en el largo maquillaje de los ojos de Bono; en el brazo de camisa de cuadros que a Bob Dylan le tapa la cara; en la soledad canosa de Frank Sinatra ante una copa; en la ternura de Cameron Díaz, sus manos acariciando la frente y los labios de un Ewan McGregor, que parece olvidarse de la tristeza de ella; en el esfuerzo de Danny de Vito por mantener los pies en la tierra, sosteniendo un globito; en las sombras chinescas de los dedos de Steven Spielberg; en los pezones de plástico de Liv Tayler, su melena perfecta y el esmalte de uñas astillado; en la espiguilla de la chaqueta y el último botón, abrochado, de la camisa, los labios tan finos que parecen apretados, la sombra vertical que rompe la horizontalidad de la mirada de Martin Scorsese; en las venas hinchadas de los pies de Jodie Foster, un bolso de verano descansando a su lado; en el cactus frente al que se ha sentado David Linch: ¿por qué apartó la vista del paisaje escogido?; en el paraje suizo que aparece tras la taza de café que Robert de Niro se lleva a los labios en París; en el cinturón demasiado alto, el crucifijo al cuello, el puro que se fuma Tom Jones; en el triple brillo de la chaqueta, la sonrisa y un diente de B. B. King; en la alianza de casado de Nicholas Cage al otro lado de una ventana, las manos sosteniendo unos prismáticos entre cortinas y reflejos de palmeras; en la cara y la ropa, tan comunes, de Tim Roth; en los fetiches sexuales, los cosméticos y el primer plano de la calva de Brian Eno.

'Su mirada te proporciona una sustancia que tú como fotografiado no tienes', dice Bono de Corbijn. Por su parte, el fotógrafo reconoce que su trabajo adolece de carencias técnicas. Sin embargo, detalles como los señalados nos llevan a comprender por qué las fotos de Anton Corbijn han aparecido en revistas como Rolling Stone, Elle, Squire, W, Stern, Vogue o Us. Pequeños detalles que quizá desmientan la teoría psicológica de los rostros con la que Corbijn resume su trabajo, pero cuyo sentido puede encontrarse en otro lugar. Un lugar que puede ser las manos. La pregunta podría ser: ¿a quién llama Johnny Depp (si es que es él) desde una cabina de Los Ángeles, apenas reconocible, casi de espaldas? Pero no, la pregunta es: ¿qué significa ese pequeño número 3 tatuado en la mano con la que Johnny Depp sostiene el auricular? La pregunta podría ser: ¿dónde se disparó esa foto de la mano de John Lee Hooker? Pero no, la pregunta es: ¿cuál será hasta el más mínimo de los acontecimientos biográficos que pudiera leerse en las rayas de esa mano?

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