El fútbol contra el miedo
Mauro Silva se niega a jugar el torneo por temor a la inseguridad
Pese a los intentos desesperados de Colombia por limpiar de miedo el torneo, por vestirle de gran fiesta del fútbol, la Copa América, el campeonato de selecciones más antiguo del planeta, arranca en Barranquilla esta tarde (madrugada del miércoles al jueves en España) impregnado de temor y dudas.
El último en bajarse del barco ha sido Mauro Silva, que ayer, en el mismo aeropuerto de Sao Paulo, después incluso de facturar su equipaje, confesó su pánico y desertó. 'No estoy psicológicamente preparado para poder jugar así', alegó el centrocampista del Deportivo, que se quedó en su país ante la sorpresa de toda su delegación. El deportivista fue repescado para la selección hace apenas dos meses, tras mucho tiempo de ausencia.
A la baja de Mauro Silva, de 33 años, uno de los pesos pesados del conjunto de Luiz Felipe Scolari, se unen las de Elber y Lucio, a quienes sus respectivos clubes, el Bayern de Múnich (también se niega a ceder a su delantero Pizarro al combinado de Perú) y el Bayer Leverkusen, pese a la amenaza cierta de un enfrentamiento con la FIFA, impiden acudir a la cita.
El propio Pizarro dijo ayer: 'Lo mejor para mí es quedarme en Alemania, ir a Colombia resultaría peligroso'. Elber se expresó de otra forma: 'Yo prefería acudir al torneo, por mí estaría en Colombia, pero debo respetar la decisión del Bayern de Múnich'.
El fútbol sigue en un segundo plano. Apenas ha dado tiempo a reparar en la nómina de jugadores que intentará defender el prestigio del torneo. Manda lo de alrededor, la seguridad principalmente.
El despliegue policial, enorme, se hace visible por todos los rincones, no sólo en las sedes de cada selección. Pero aún pesa la resaca del último mes, esa locura de negociaciones y despropósitos que movió la disputa o la suspensión del torneo de un costado a otro. La presión de los patrocinadores, la firmeza con la que se defendieron las cuestiones económicas, salvó la competición.
Favoritos Pero no logró borrar del ambiente la teoría que ganaba hace tan sólo una semana: la situación que padece Colombia, en donde guerrillas, paramilitares y narcotráfico han convertido secuestros y asesinatos en algo cotidiano, no es la mejor para albergar un acontecimiento como la Copa América.
A falta de que Argentina se pronuncie sobre su presencia en el torneo -al cierre de esta edición no había dado su respuesta oficial-, el cartel de favoritos los ostentan Colombia, por su condición de anfitrión, y Brasil, pese a que llega sin buena parte de sus estrellas (Romario, Rivaldo, Roberto Carlos... ) y a su delicado estado, con los sudores que le provocan saberse en peligro de perderse por primera vez en su historia una Copa del Mundo.
Brasil ganó las dos últimas ediciones de la Copa América y su lista de futbolistas con calidad no tiene fondo (sí estarán Dida, Denilson, Emerson, Juninho..., y Geovanni y Rochemback, las dos perlas de futuro a las que el Barcelona de Rexach ha encomendado su proyecto inmediato para la próxima temporada).
La suerte está echada. Ecuador y Chile (La 2 de Televisión Española, 1.00) y Colombia-Venezuela (3.45, La 2) abren hoy en la ciudad de Barranquilla la que los organizadores han bautizado, cruzando los dedos, como la Copa de la Paz. De momento ha sido la Copa de la incertidumbre y el miedo. Le toca ahora al fútbol despejar coletillas e imponer el nombre que le corresponde a un torneo con tanta solera.
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