Rusia admite cambios en el tratado ABM, pero no su liquidación

El general Leonid Ivashov, portavoz para asuntos internacionales del Ministerio de Defensa ruso, admitió ayer que su país está abierto a cambios en el tratado antimisiles balísticos (ABM), pero no los que pretende EE UU para desplegar el controvertido escudo antimisiles, porque eso supondría 'el colapso de todo el acuerdo' y el fin del sistema de controles y equilibrios que ha facilitado el desarme en los últimos 30 años. Si eso ocurre, precisó, Moscú intentará que Washington rectifique. 'Pero si fracasamos', concluyó, 'trabajaremos en nuestra respuesta'. Los dos viejos adversarios de la guerra fría siguen mirándose, si no como enemigos, mucho menos aún como amigos o socios. Con más de 6.000 armas atómicas, Rusia se niega a que la traten como a una potencia de segundo orden, lo que en realidad es en el terreno económico y social.

El lanzamiento con éxito el pasado miércoles de un misil SS-19 capaz de llevar hasta seis cabezas atómicas fue una advertencia clara de que Rusia no se cruzará de brazos si Washington tira por la calle de en medio y, sin el acuerdo ruso, se sale del ABM. 'Todos los países, incluida Rusia', declaró el presidente Vladímir Putin hace unos días, 'tendrán derecho legal a colocar varias cabezas atómicas en sus misiles basados en tierra'. Sería, precisó, una opción barata, que exigiría tan sólo la puesta a punto de cohetes viejos y no el desarrollo de nuevos modelos.