Una huelga de transporte bloquea los aeropuertos de Baleares el primer día de vacaciones
Los pasajeros llegados en avión tuvieron que esperar más de una hora para coger un taxi
Los huelguistas no cumplieron los servicios mínimos establecidos y miles de turistas quedaron atrapados en los tres aeropuertos. El colapso en la llegada y salida de viajeros no llegó a producirse gracias a las medidas alternativas de las empresas turísticas y los servicios de los aeropuertos, y en particular por la colaboración de los taxistas. La huelga afectó directamente a los viajeros, aunque no produjo en general retrasos en el tráfico aéreo y las terminales no llegaron a estar saturadas.
El paro, que está convocada hasta la medianoche del domingo al lunes, afectará en total a unas 320.000 personas, que son las que está previsto que utilicen el avión para llegar o salir de las islas durante estos tres primeros días de vacaciones. Hoy pasarán por los aeropuertos del archipiélago 134.000 turistas.
La huelga ha sido convocada por Comisiones Obreras, con la adhesión de UGT, por reivindicaciones salariales -discrepancia sobre el incremento de dos puntos en la tabla salarial, cómputo y pago de horas extras- y sobre la disponibilidad de los empleados en la programación de las empresas, las compensaciones por carga y descarga de maletas y la organización de los turnos de trabajo. En Baleares, CC OO está dominada por su ala más radical, que ha desatendido las propuestas mediadoras del consejero de Trabajo del Gobierno balear, Eberhard Grosske, ex dirigente local de CC OO y diputado autonómico de IU. Grosske ha desautorizado la huelga porque no ve argumentos para rechazar la firma del convenio.
Comisiones Obreras convocó el paro en la tarde del pasado jueves cuando rompió las negociaciones con la patronal del transporte, tras cuatro meses de conversaciones. Los medios de comunicación en Alemania y el Reino Unido alertaron desde hace semanas sobre el conflicto, y las empresas turísticas habían avisado a sus clientes. Los empresarios del sector calculan que las pérdidas causadas pueden alcanzar los 10.000 millones de pesetas. Anoche, el Gobierno autonómico, con su presidente Francesc Antich al frente, mediaba para hallar una salida a la crisis.
'Es una fatalidad comenzar las vacaciones así, de pie, como castigado', comentaba Peter, un escocés vestido ya de playa, que llevaba una hora en Mallorca y aún no había podido salir del aeropuerto. Era uno de los 2.000 pasajeros en busca de taxi, en una cola de medio kilómetro de larga y de diez personas en hilera, que a primera hora de la tarde aguardaba, en orden y a la sombra, la llegada de vehículos de transporte. Decenas de guías organizaban los desplazamientos, multitud de taxistas acudían en busca de sus grupos de viajeros y voluntarios de la Cruz Roja ofrecían agua transportada por ellos mismos en bidones.
Unas 5.000 personas pernoctaron en la madrugada del viernes sobre colchonetas en la antigua terminal de Palma para evitar el riesgo de no poder llegar a tiempo al avión. El aeropuerto de Palma tenía previsto el tránsito de 338 vuelos, con un total de 82.000 viajeros. Anoche, la terminal de salidas vivió momentos de congestión, con más de 3.000 pasajeros a la espera de ser embarcados. En Menorca, el aeropuerto permaneció abierto anoche para dar salida a todos los vuelos previstos.
La presión de los piquetes fue fuerte inicialmente, y disminuyó a medida que la huelga se iba imponiendo. La patronal denunció la rotura de las lunas de un autobús con turistas en Alcúdia y el bloqueo de los garajes de las grandes empresas. El incidente más importante se produjo en Ibiza, donde un grupo de conductores cortó el acceso de varios autocares al aeropuerto, lo que obligó a unas 300 personas a recorrer tres kilómetros a pie, bajo el sol y con el equipaje a cuestas.
'Es una pena que la Guardia Civil y la Policía sólo empezaran a actuar a partir de las cuatro de la tarde para dejar pasar a los conductores que no secundaban la huelga', lamentó el empresario Emilio Díaz, de Ibiza, en cuyo aeropuerto llegaron a acumularse más de 3.000 personas. Una unidad del Ejército instaló tres tiendas de campaña en los alrededores del aeropuerto ibicenco, en cuyo aparcamiento al aire libre se habían llegado a concentrar hasta 800 viajeros.
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