Los copresidentes afianzan a Corcóstegui
El consejero delegado ve reforzado su poder, pero no se excluyen cambios en la cúpula tras la marcha de Amusátegui
Todo el Programa Dos, que marca un crecimiento del 20% de media anual en 2002 y 2003, se fundamenta en una reorganización de la directiva del banco, pactada por Emilio Botín, copresidente de la entidad, y Ángel Corcóstegui, vicepresidente primero y consejero delegado. En este nuevo esquema se especifica claramente que Corcóstegui, del que dependerán todas las divisiones del grupo, continuará en su cargo 'una vez que expire, de acuerdo con la disposición transitoria de los Estatutos, el periodo de copresidencia'.
Esta aclaración, según ejecutivos del banco, pretende acabar con la incertidumbre que existía sobre la posibilidad de que Emilio Botín, cuando fuera presidente único -a partir de marzo próximo-, realizara cambios en la cúpula ejecutiva, que afectaran al consejero delegado.
Otro de los cambios presentados ayer es que se amplía la comisión directiva, denominada G-14, aunque en realidad está compuesta por 15 directivos por la incorporación de un miembro después de formarse. Esta comisión se reconvertirá en un órgano formado por tres miembros más, con un total de 17 personas, al producirse la baja ayer de Antonio Escámez. Los ejecutivos que se incorporan Joan David Grimà, Fernando Gumuzio y Antonio Horta.
Grimà seguirá ocupándose del grupo industrial, tal y como hace ahora, aunque en lugar de reportar a Juan Rodríguez Inciarte, lo hará directamente ante Ángel Corcóstegui. Tradicionalmente se ha considerado a Grimà un hombre cercano a José María Amusátegui. Antes de la fusión, Grimà era miembro de la comisión ejecutiva del BCH.
El caso de Fernando Gumuzio, responsable de la gestión de activos, banca privada y seguros, es similar porque también estaba bajo la órbita de Juan Rodríguez Inciarte. Gumuzio es una persona de confianza de Corcóstegui. Antonio Horta Osorio, que hace años fue responsable del Santander en Brasil, se encarga de las filiales en Portugal.
Entre los nuevos nombramientos, destaca el del responsable de la nueva red de sucursales para particulares, Enrique García Candelas, procedente del Banco Santander. Paralelamente, se ha creado un puesto nuevo, centrado en la red de oficinas especializadas en empresas, que será desarrollado por Juan María Nin. Este ejecutivo era antes responsable de la red de oficinas del BCH. El banco tiene previsto traspasar parte del negocio que ahora está en banca de grandes empresas a esta nueva división. Con esta operación se incrementará el negocio que está bajo la responsabilidad de Nin, que dispondrá de unas 250 oficinas. Los analistas tienen dudas sobre la posibilidad de que esta división del negocio se mantenga en el tiempo, 'ya que no existe en otros bancos comerciales, como el BBVA'.
Pero, como en toda reestructuración, hay ejecutivos que pierden peso. Destaca Antonio Escámez, que abandona la comisión ejecutiva y cambia de tareas. Hasta ahora se encargaba de filiales en España, Europa y alianzas, y ahora será miembro de la comisión delegada de Riesgos y coordinador de la Comisión Internacional. Escámez actuará como embajador volante al estilo de Rodrigo Echenique, que como él es miembro del consejo de administración del banco.
Juan Rodríguez Inciarte se mantiene en la comisión ejecutiva, pero con menores responsabilidades, ya que no controlará el grupo industrial y gestión de activos, sino la División de Europa, sociedades financieras y Calidad. Baldomero Falcones, responsable de Medios y Costes, se mantiene en su cargo.
Futuro
La pregunta clave es si este nuevo esquema de poder se mantendrá invariable hasta cerrar 2003 o habrá una remodelación antes de este periodo. Sobre el papel se ha reforzado el poder de Corcóstegui, que controlará el área de Banesto, responsabilidad de Alfredo Sáenz, y América Latina, dirigida por Francisco Luzón. Estos dos ejecutivos, los de más experiencia y renombre de la comisión, siempre han tenido contacto directo con Emilio Botín, algo que disgustó a Corcóstegui. En el futuro, para que no surjan problemas, Botín debería ser un presidente poco ejecutivo, algo difícil de imaginar con la trayectoria que ha tenido. Algunos ejecutivos creen que, en el plazo de un año, tras la marcha de Amusátegui, se creará un comité con un selecto grupo de los seis pesos pesados del BSCH. Este extremo ha sido negado por fuentes del banco, aunque queda abierta la incógnita. Algunas de las fuentes consultadas precisan que un escalón intermedio evitaría nuevas crisis de poder en el seno de la entidad y dudan de que un comité de 17 miembros sea un órgano práctico para la gestión.
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