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Triunfo de la mala fe

Javier Solana, Mr. Pesc, está desplegando toda su inacabable buena fe, su increíble capacidad de trabajo y un esfuerzo físico inaudito por evitar que Macedonia se empantane de sangre, y aquí la metáfora no es hipérbole. Sin embargo, los acontecimientos de los últimos días hacen temer que la mala fe concentrada de otros muchos le esté ganando la partida. En aquel pequeño país balcánico, dirigentes políticos eslavos y albaneses se han lanzado a una escalada de pretensiones, objetivos irreales, odios desbocados y violencia militar que sólo auguran la catástrofe.

En realidad todos estos políticos en Skopje están obedeciendo sin saberlo a las consignas provocadoras que en un principio lanzaron bandas delincuentes y mafias kosovares a las que las fuerzas militares de la Kfor en Kosovo no supieron neutralizar, desarmar y en caso necesario, encarcelar. Cierto es que seguía existiendo discriminación hacia los albaneses en Macedonia. Pero no lo es que ésta fuera comparable a la ejercida por Milosevic en Kosovo. Y cierto es también que los albaneses tenían la representación parlamentaria que hacía imposible desafueros de tal calado.

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Pero ha bastado la provocación de estos grupos armados que piensan mucho más en el robo, el tráfico ilegal de todo tipo y la extorsión que en ningún sentimiento 'patriótico' para que las dos comunidades macedonias, la albanesa y la eslava, se hayan atrincherado, unos con los bandidos, otros con los más radicales nacionalistas macedonios que identifican a toda la gran comunidad musulmana, hasta ahora siempre pacífica, con el terrorismo. La OTAN dice que acudirá cuando todo esté tranquilo. Tal como van las cosas, eso puede ser demasiado tarde. La presión política sobre el Gobierno de Skopje y la policial y militar en la frontera con Kosovo tiene ahora que ser masiva. Antes de que el triunfo de la mala fe sea irreversible.

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