Soldados de fortuna
Llegan a España 72 descendientes de emigrantes alistados al Ejército
Abrumados por los flases y las cámaras de televisión, agotados tras casi 13 horas de vuelo, instados con amable firmeza por los militares que acudieron a recibirlos para que apresurasen el paso, los primeros 72 soldados profesionales reclutados por el Ejército español en Argentina y Uruguay desembarcaron a primera hora de la tarde de ayer en el aeropuerto de Barajas.
La mayoría de ellos -61 varones y 11 mujeres de entre 18 y 27 años- nunca había pisado la Madre Patria que dejaron un día sus padres o abuelos para hacer las Américas.
Pero el espíritu que les ha empujado a recorrer el camino inverso a sus antepasados es idéntico: buscar fortuna haciendo uso de la herencia más preciosa que recibieron, la nacionalidad española.
'Allá está todo muerto y aquí se me ofrece una experiencia nueva que vale la pena probar', afirma Maximiliano Fernández, de 25 años. 'Desde los 15 años he trabajado en negro, diez horas al día y más, sin posibilidad de mejorar. Ahora tengo una oportunidad y la voy a aprovechar full', agrega Daniel, de 24.
Prácticamente toda su familia -su bisabuelo, su abuelo y su padre, entonces todavía un niño- emigraron de Vélez Rubio (Almería) a Argentina, por lo que no le quedan parientes en España. Al contrario que Germán Murúa, de 25 años, quien tiene unos familiares en Navarra a los que no conoce.
Ellos, como casi 34.000 descendientes de españoles, recibieron a través del consulado una carta del Ministerio de Defensa en la que les invitaba a firmar un contrato con el Ejército español a cambio de 500 dólares (unas 100.000 pesetas) al mes, alojamiento, manutención y oportunidades de formación y recolocación laboral.
'Vocación militar no te puedo decir si la tengo, porque no lo conozco', confiesa Germán. Enmanuel Bolaño, de 21 años, quien se define como 'desocupado', admite que nunca se le habría ocurrido alistarse en el Ejército argentino, 'pero aquí los militares son más serios', agrega con gran aplomo.
'Yo temía que cuando llegáramos nos iban a tratar como carne de cañón, pero la verdad es que hasta ahora se han portado bárbaro, no nos podemos quejar', remata Daniel.
De los casi 2.000 jóvenes que acudieron a las charlas organizadas por los enviados del Ejército español, en las casas regionales de Asturias o Galicia en Buenos Aires y Montevideo, 600 aprobaron las pruebas de ingreso y algo más de dos centenares compraron el pasaje a España. En total, unos 560 dólares (110.000 pesetas) que les serán descontados de las cinco primeras nóminas.
Hasta que completen el periodo de instrucción, de dos meses de duración, no firmarán el contrato con el Ejército, por lo que podrían renunciar a su compromiso, pero ninguno quiere plantearse la posibilidad de hacer el viaje de vuelta. 'Yo no he venido de vacaciones', remacha Germán, 'para eso me quedo en casa'.
'En Argentina estudiaba biotecnología pero allí, por más que tengas un título, tienes que trabajar mucho por poca plata. Me han dicho que puedo conseguir acabar la carrera aquí mientras trabajo', explica Cecilia, de 21 años.
Apenas recorren unos metros, cargados con sus mochilas y perseguidos por los periodistas, hasta los autobuses que han de conducirles a las instalaciones militares donde descansarán durante 48 horas antes de incorporarse al cuartel. Para que se vayan familiarizando con el país cuya bandera jurarán defender, incluso por las armas, el Ministerio de Defensa les ha preparado un recorrido turístico por la capital.
En pocas horas han cambiado las brumas del invierno austral por la luminosidad del inminente verano de Madrid.
'¡Qué quieres que te diga! Seguro que vamos a extrañar, pero ahora me siento como si fuera Maradona', se despide Pablo Diéguez, de 23 años, quien nunca imaginó que la llegada de él y sus compañeros a Barajas requiriese la protección de guardias de seguridad. Igual que un equipo de fútbol.
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