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Columna
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¡A ver si es verdad!

Las Cortes Valencianas han aprobado por amplia mayoría -si exceptuamos los prudentes votos en blanco de EUPV- la composición de la Acadèmia Valenciana de la Llengua. Sus 21 miembros -4 mujeres y 17 varones- han sido nombrados por los políticos que representan la voluntad popular de los valencianos. Con esta decisión del parlamento se viene a poner punto final, según dicen, al llamado 'conflicto lingüístico'. Un conflicto que se inventaron los políticos y que ahora, más de un cuarto de siglo después, son los políticos quienes han venido a ponerle remedio. ¡A ver si es verdad! Para el presidente Zaplana, el acuerdo alcanzado sobre la composición de la Acadèmia Valenciana de la Llengua 'era uno de los retos más importantes, más ambiciosos y más difíciles de su gobierno'. Para el secretario general del PSPV, Joan Ignasi Pla, el acuerdo 'garantiza plenamente que nuestra lengua tenga fuerza y futuro'. Para la alcaldesa de Valencia, doña Rita Barberà, 'este acuerdo confiere un carácter histórico a la fecha de este viernes y viene a culminar el proceso de constitución de las instituciones valencianas'. Y ha añadido que el acuerdo alcanzado 'nos permite conseguir el desarrollo de nuestra lengua', a lo cual la señora alcaldesa se mostró 'absolutamente dispuesta'. Pues nada, ¡adelante, doña Rita! y que nosotros veamos su 'absoluta disposición' para conseguir ese desarrollo de 'nuestra' lengua que, por lo visto, y a partir de ahora, hace usted tambien suya. Porque hasta ahora no se ha dignado hacer uso de la misma. ¡Enhorabuena y para bien que sea!

Bienvenida sea, pues, la Acadèmia si ello va a servir para que los políticos no utilicen ya más la lengua como arma arrojadiza para enfrentar a los valencianos. Porque aquí, como he dicho en otras ocasiones, el problema de la lengua, el llamado 'conflicto lingüístico', no residía en discutir sobre un acento de más o de menos, una forma verbal o un pronombre. El conflicto era, lisa y llanamente, un 'conflicto político' propiciado, alentado y exaltado hasta el paroxismo demagógico para conseguir unos votos por parte de unos políticos miserables. Y digo miserables, y no rebajo ni un palmo, porque sabían que le estaban mintiendo a la ciudadanía. No eran unos políticos ignorantes. Este es un país en el que los acentos o las desinencias verbales se convirtieron en ideología en lugar de permanecer en el campo que les es propio y que no es otro que la filología. Quiera Dios que no volvamos a las andadas y que la puesta en marcha de esta Acadèmia Valenciana de la Llengua contribuya a ello.

Por lo demás, el cultivo literario de la lengua está bien y sigue su curso como ha venido haciéndolo desde hace más de medio siglo. Desde las Normas del 32 y, posteriormente, desde el acuerdo tácito de los años inmediatos a la postguerra. El déficit, en todo caso, se encuentra del lado de los políticos. De los políticos que ni la usan ni hacen todo lo posible para extender el uso de la misma. Ya tenemos Acadèmia Valenciana de la Llengua. ¡Enhorabuena a todos! Ahora, a aprenderla y a usarla.

fburguera@inves.es

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