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El ejemplo de la huerta de Sedaví

Sedaví es un pequeño pueblo de l'Horta Sud en cuyo término municipal se libra una batalla ambientalista y de calidad de vida relacionada con la ordenación del territorio y la conservación de la escasa huerta que resta a la comarca. Batalla que afecta a todo el mundo, y que puede servir como ejemplo de lo que pasa y pasará en el conjunto de l'Horta Sud (y de l'Horta Nord). ¿Pero qué pasa exactamente en Sedaví?

Hagamos un poco de historia. Hace tan sólo 40 años todo el conjunto urbanizado del término municipal de Sedaví abarcaba una superficie aproximada de 13 hectáreas (el 8,9% de su espacio geográfico), frente a una superficie de cultivos de huerta y arroz, que se extendían a lo largo y ancho de 134 hectáreas (el 91,1%). Este es el punto de partida de mi análisis. Con criterios ambientalistas, y de manera cronológica, éstas que siguen han sido las mayores agresiones al medio ambiente de Sedaví provocadas por la urbanización durante las pasadas cuatro décadas.

Un término municipal de forma alargada como el de Sedaví, recibió un primer y terrible golpe territorial y ambientalista alrededor del año 1957 con la ejecución de la conocida entonces como Pista de Silla, una infraestructura viaria que fue el pistoletazo de salida para un modelo de transporte privado y por carretera que acabaría cerrando muchos kilómetros de líneas de ferrocarril en este país (7.000 en todo el conjunto del Estado y unos 350 kilómetros en el País Valenciano). El núcleo urbano perdió la percepción con el espacio abierto de huerta y marjal que lo unía con el mar. La primera barrera quedaba establecida y bajo aquel asfalto desaparecieron las primeras hectáreas de huerta de la comarca: exactamente 30.000 metros cuadrados.

Después llegó, desde el punto de vista de ordenación del territorio, la infame y desordenada industrialización de los años sesenta y setenta. Por los alrededores del perímetro urbano de Sedaví fueron apareciendo caóticas naves industriales y bloques de viviendas de bajísima calidad, con volúmenes, alturas y formas arquitectónicas que nada tenían que ver con nuestra arquitectura tradicional. Para 'estar a juego' con este desguisado urbanístico periférico de Sedaví, en el mismo corazón del pueblo, el casino fue derribado y en su lugar creció un edificio de más de diez plantas en una plaza de casas modernistas de dos alturas. Unos años después alrededor de la Pista de Silla fueron surgiendo en los años ochenta, y a la sombra de la multinacional Continente, todas las áreas comerciales que hoy podemos contemplar por allí.

En los noventa, con un nuevo empujón del consumo centrado en el vehículo a motor privado, la Pista de Silla, saturada cada día por un tránsito demencial y diagnosticada ya de infarto circulatorio, es reacondicionada. Su amplitud pasa, de los aproximadamente 50 metros con dos carriles de circulación en cada sentido, hasta los casi 200 actuales, los cuales contemplan tres carriles en cada sentido y dos vías de servicio a cada lado de la nueva superautovía. La accesibilidad que da la nueva pista atrae a nuevas industrias y empresas de servicio. Las áreas comerciales se ensanchan. Ya entrados los años noventa, el Ayuntamiento recalifica como suelo urbanizable la huerta que separaba el núcleo urbano de las áreas comerciales de la Pista de Silla. Allí se diseña una avenida donde se construyen adosados a precio de oro. Más de 400.000 metros cuadrados de huerta quedan enterrados bajo el asfalto y el cemento.

Y llegamos al presente. Al lado derecho y al norte de su término municipal, entre Forn d'Alcedo, La Torre y la línea del ferrocarril València-Xàtiva, Sedaví conserva todavía cerca de 300.000 metros cuadrados de huerta (la huerta de la Punta de Sedaví, espacio muy similar y cercano a la Punta del término municipal de Valencia, cuyos vecinos se encuentran también en pie de guerra contra la ZAL del puerto de Valencia). Estos 300.000 metros cuadrados son, prácticamente, la mitad de toda la que le queda al conjunto del término municipal de Sedaví, ya que sumándole el espacio que todavía conserva milagrosamente el término de cultivos en arroz, sólo llegan al 45% de la superficie del término municipal. El 55% restante, ya es hoy un espacio urbanizado de cemento y asfalto.

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En la actualidad, el Ayuntamiento ha recalificado estos 300.000 metros en suelo urbanizable. Por otro lado, la COPUT (sin estudio de impacto ambiental), ya tiene construida la continuación de la avenida del País Valenciano, desde la pista de Silla hasta la rotonda hoy existente entre Benetússer y la pedanía de La Torre. Una vez ejecutada la nueva infraestructura viaria, podemos dar como hecho consumado la edificación de los 300.000 metros cuadrados de huerta que nos ocupa. Más cemento y más asfalto, ¡venga! Si se termina recalificando este suelo no urbanizable, Sedaví habrá perdido el último reducto de tierras de huerta que le restaban a la parte oeste de la Pista de Silla y entrará en el siglo XXI con un todo urbanizado fuertemente despersonalizado.

Si no se hace nada para impedirlo, la inconsciencia de personas del pueblo (algunas de ellas ya adquirieron hace años estos terrenos de huerta a precio de suelo agrícola y ahora se harán de oro con la recalificación como urbano), de nuestros políticos (y eso que quieren parecer progresistas, pero no tienen nada claro que significa esto del desarrollo sostenible), y la indiferencia de la gente en general, sedada por el consumo, la televisión y los colorines y músicas de la gran zona comercial de la Pista de Silla, llevarán al pueblo de Sedaví a un todo urbanizado aséptico y de bajísima calidad ambiental y escaso valor humano.

Alternativas para preservar la huerta de Sedaví las hay. Unos ejemplos:

- Dignificar el trabajo del agricultor, de manera que mejoren ostensiblemente el mantenimiento y las condiciones de su calidad de vida.

- Impulsar cultivos alternativos (agricultura ecológica, etc.), que puedan conseguir una denominación de origen que eleve su calidad y demanda en el mercado.

- Dedicación de los fondos económicos necesarios (subvenciones, ayudas, créditos, reducciones fiscales, etc.) que contribuyan a la rentabilidad económica de las diversas explotaciones.

- Establecer un banco de tierras como patrimonio municipal de uso agrícola, con el propósito de mantener y reforzar la coherencia del terreno fértil.

- Convertir los 300.000 metros cuadrados de este trozo de huerta fertilísimo en un parque periurbano con cultivos ecológicos que después podrían comercializarse directamente en el mercado municipal de Sedaví. Tendríamos así una doble función para la huerta: zona de ocio y producción de alimentos sanadores. A buen seguro que la Unión Europea pondría dinero para ayudar a conseguirlo si se presentara un proyecto coherente y realista.

En definitiva y después de todo lo que hemos comentado, pienso que el pueblo de Sedaví debería empezar un serio debate para hablar de calidad de vida, si no quiere acabar en los libros de texto como ejemplo de lo que no se debe hacer para preservar una estimable calidad de vida y un entorno ambiental adecuado para todos sus vecinos y vecinas.

Paco Tortosa es doctor en Geografía.

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