De Bergara
'Las romerías se van, me decía mustio un hombre alegre a estilo antiguo', así comenzaba Unamuno su artículo En Vergara (La Voz de Guipúzcoa, 20 de julio de 1888). Ahora bien, se refería a la fiesta de San Marcial, el 30 de junio, y no a las pasadas de Pentecostés, en cuya celebración han participado las gentes de la kale borroka. Tal vez con sus bombas caseras y con el estrépito de las lanzaderas pretendían sumarse al festejo, pero la relevancia queda en el significado de su acción. Formas que concretan sus pretensiones y hacen inteligible el fin que persiguen.
De Bergara sabemos que la violencia proetarra va a persistir, por si alguien albergaba alguna duda, utilizando todas las posibilidades a su alcance. La evolución de los alborotos demuestra que la violencia empleada aumenta. Si este tipo de ataques anti-sistema no son controlados, tienden a aumentar sus efectos destructivos y a propagar su instrumentalización política. En su lógica de enfrentamiento violento, se planifican más las reyertas, se organizan en grupos estructurados, se dividen las labores en las acometidas, aumentan la capacidad destructiva de los artefactos utilizados, cambian los objetivos de sus embestidas.
En Bergara se fue a aniquilar la reacción policial inmediata. La destrucción inicial de cajeros y comercios buscó la intervención de la Ertzaintza, a cuyos agentes estaban esperando con artilugios mortíferos: bombas químicas (ponches más lesivos que los antiguos cócteles Molotov), lanzaderas (cohetes metalizados) y explosivos caseros. Tal vez los ensayos de Las Landas preparaban este tipo de emboscadas. Hubo suerte y la distancia de prevención de las patrullas anuló la trampa. En esta ocasión los agentes salvaron el pellejo, pero la veda de la caza del ertzaina está más que abierta. Aunque vuelven a confundirse los extremistas si creen que la comunidad vasca va a aceptar tales ataques, por ser más tolerable agredir a la policía que destrozar un pueblo (Getxo).
Sirva la agresión de Bergara para constatar que los sistemas policiales clásicos de intervención son insuficientes en estos casos. Hemos sabido, confirmando lo que decíamos anteriormente, que la investigación no se enteró de la preparación del ataque. Admitamos que no hubo un despliegue disuasivo, porque la presencia policial era escasa. Estudiemos la reacción policial, porque a partir de la seguridad de los propios agentes, la ausencia de detenciones origina una impunidad altamente criminógena. Sopesemos lo ocurrido, para conocer mejor a los enemigos de la convivencia, para activar sistemas operativos más eficaces y, también, persigamos a quienes han atacado la paz ciudadana.
Aprovechemos la lección para invertir los términos del resultado en los próximos asaltos, conscientes que una organización como la desarrollada no nace para un solo día. Eso significa que en el Interior vasco debemos modificar la mentalidad imperante, haciendo realidad las declaraciones formales. Sin duda tendrán que cambiar las personas responsables, cesando quienes han dado muestra de inoperancia, quienes no han articulado respuestas eficaces en sus competencias, y hasta quienes asesoran en explicaciones improcedentes. Sabemos que la policía no necesita de pistolas para actuar y detener en casos de disturbios públicos, por organizados que sean. Manuales y experiencias hay al efecto, también en la Ertzaintza, pero las imágenes de la policía británica deteniendo a un alborotador en estos mismos días, inmerso en graves enfrentamientos, son más explícitas que cualquier comentario.
Claro que nos gustaría no tener que llegar a estos extremos de intervención punitiva policial. Si al menos no creen en las buenas intenciones, aceptarán que no apetezca mucho el riesgo lesivo. Aún así, la respuesta de la Izquierda Abertzale ha sido más de lo mismo, siguen sin comprender que el respeto a las normas más elementales de relación humana no admite contextualizaciones, ni conflicto alguno legitima la conculcación de derechos fundamentales. Decía una amiga que 'ni siquiera las fiestas respetan', tiempo lúdico que necesitamos para recomponer tantas angustias, y decía don Miguel en el mismo artículo que allí (su Vergara) 'hacen chocolate y se lo toman en paz de Dios'. Ya podía ser.
Teo Santos es ertzaina.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.