Aznar pedirá a Bush acceso a las últimas tecnologías para el espionaje
Madrid plantea la transferencia de sensores de observación y de programas de descifrado
España pretende que la renovación del convenio militar con Estados Unidos suponga algo más que una mera prórroga de la presencia de unos 3.000 militares norteamericanos en las bases de Rota (Cádiz) y Morón de la Frontera (Sevilla).
En la declaración conjunta suscrita el pasado enero, todavía con la Administración Clinton, ya se preveía la negociación de un nuevo acuerdo de cooperación industrial y tecnológica, que sustituya al vigente desde 1982, así como la creación de un Comité Bilateral de Defensa de Alto Nivel que, bajo la presidencia de los dos ministros, debería reunirse al menos con carácter anual.
Ésos serían los foros preferentes, aunque no exclusivos, para impulsar la cooperación y la transferencia de tecnología en sectores muy sensibles. Por ejemplo, el de los satélites de observación. El Ministerio de Defensa ha seleccionado a la compañía estadounidense Loral para la fabricación de su nuevo satélite de comunicaciones, mientras que, en contrapartida, ha optado por la alternativa europea, que representa el Helios 2 -un proyecto básicamente francés, al que podrían unirse Alemania e Italia- para su satélite de observación.
El proyecto 'Ishtar' Pero la incorporación al Helios 2 -en el que España participará con alrededor del 3% del total, unos 12.000 millones de pesetas- no significa la renuncia a desarrollar a medio plazo un satélite espía propio. Aunque con menor urgencia, el programa Ihstar -nombre tomado de una diosa fenicia- sigue adelante, con idea de aportarlo a una futura constelación europea de satélites de observación. España carece de la tecnología necesaria para desarrollar por sí sola esta proyecto, especialmente en el segmento de los sensores, por lo que el Ministerio de Defensa, con el apoyo del Cesid, mantuvo el año pasado conversaciones con los países que disponen de ella: EE UU, Israel y Francia.
Con Washington se llegó a un principio de acuerdo que incluía la posibilidad de que las imágenes sobrantes sean comercializadas por empresas norteamericanas. De la importancia del acuerdo da idea el hecho de que es el primero de ese tipo entre Estados Unidos y un país aliado.
Más delicado aún es el acceso a la tecnología relacionada con los sistemas de desencriptación, capaces de descifrar tanto comunicaciones -especialmen-te vía Internet- como archivos informáticos. Éste es un campo que interesa particularmente al servicio secreto Cesid, que mantiene fluidas relaciones con las agencias de EE UU, bilateralmente o a través de la Alianza Atlántica.
España quiere beneficiarse del ingente volumen de información que EE UU obtiene desde su territorio. Baste mencionar que Rota sirve de base a un escuadrón de aviones espía EP-3 Orión, de las mismas características que el accidentado este año y retenido por las autoridades chinas en la isla china de Huan.
Respecto a la cooperación industrial militar, España ha planteado la posibilidad de que el mantenimiento de los buques de la Sexta Flota se realice en los astilleros de Izar (la nueva empresa fruto de la fusión de Bazán y Astilleros Españoles en Cádiz.
Aunque obligaría a introducir una serie de mejoras en las instalaciones, sobre todo en materia de seguridad, se estima que ello supondría una carga de trabajo de unos 3.000 millones de pesetas anuales y, sobre todo, una fuente de prestigio para los astilleros gaditanos.
Izar cuenta con la ventaja que le supone su acuerdo con la empresa estadounidense Lockheed Martin para equipar con el sistema de combate Aegis -el mismo que Bush no ha querido vender a Taiwan por presiones chinas- las fragatas F-100 de la Armada española y exportarlo conjuntamente a otros países, como Noruega, que ya lo ha adquirido, o Arabia Saudí, a medio plazo.
Malta mejor que Cádiz Pese a estas estrehas relaciones, la Navy rechazó a principios de año una oferta para reparar en Cádiz el buque de mando y comunicaciones de la Sexta Flota, el La Salle, y prefirió llevarlo a Malta, un país que ni siquiera pertenece a la OTAN. No menos importante es la apertura del mercado militar norteamericano a las empresas españolas. Pese a ser el mayor exportador de armamento del mundo, Estados Unidos es sumamente proteccionista en lo que a sus propias compras se refiere.
En este momento, la compañía aeronáutica CASA- integrada en el consorcio europeo EADS- está pendiente de un contrato de casi 50 aviones de vigilancia para la Guardia Costera norteamericana. El desenlace del concurso no debería deparar sorpresas desagradables, pues los tres consorcios en liza, -liderados por Boeing, Lockheed Martin y SAIC- han elegido el CN-235 de CASA como plataforma para sus equipos.
La venta de la empresa pública española de armamento Santa Bárbara a General Dynamics, que debe cerrarse definitivamente el mes próximo, también ha marcado un hito. Si el gigante norteamericano no oculta que su propósito es poner un pie en Europa, España espera que la operación le suponga abrir una cuña en EE UU.
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