_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Comió morcillas la reina del pop?

Un bar de ambiente, por si aún no lo saben, es un bar donde sólo hay hombres y no están celebrando una despedida de solteros.

Este fin de semana, gracias a Madonna, todos los bares de las inmediaciones de la montaña de Montjuïc, en Barcelona, parecían bares de ambiente. Que no se escandalice nadie, la semana pasada, casi en el mismo sitio, se celebraba la feria Funeralia de artículos de defunción y el público era otro.

Madonna ha alcanzado una situación tan cotizada como envidiada: la de icono gay. Una nace para icono, no se hace, no le den más vueltas. Por mucho que Àngels Barceló ensayara no lo conseguiría; en cambio, a Rocío Jurado le sale solo. ¡Ay! Si se impartieran cursillos para ser un buen icono gay, mis 50 mejores amigas y yo seríamos las primeras en apuntarnos. En la cola del concierto, un chico con sombrero plateado de cow-boy nos cuenta por qué Madonna empieza su gira en Barcelona: todo el mundo sabe que en las inmediaciones de la adorable montaña de Montjuïc se liga, dice. Para ligar en Montjuïc el autóctono disimula haciendo footing y/o paseando al chucho. El foráneo, con un mapa, hace como que se ha perdido. Con un poco de suerte, el del perro y el del mapa se gustan y acaban retozando entre los arbustos. Según el chico, Madonna también conoce esos secretos de Montjuïc.

Más atrás conocemos a los madrileños Borja de la Rocha y su amiga Lupe, que duermen en el hotel Apolo Confort gracias a la reventa. En el chat gay.com vendieron dos entradas a 25.000 pesetas cada una. Teniendo en cuenta que ayer se podían conseguir a precio normal, mejor será que no coincidan con los compradores. Les quedan tres entradas y nos las intentan colocar a 5.000 pesetas. En el sector de la reventa hay crisis profunda. Después vemos a dos chicas con los ojos tan dilatados como si estuvieran de parto. No han dormido porque el viernes, en la ciudad, había diversas fiestas petardas en honor de Madonna (sin Madonna). Nos informan de que en el Medusa, en el Salvation y en el Metro (bares de ambiente) se comentaba que El Icono había ido a pescar, había toreado una vaquilla y había comido morcillas.

Dos poseídas gritan: 'En nombre de Central Lechera Asturiana, gracias Madonna por confiar en nosotras y en nuestra leche'.

Entre los admiradores, dos flores de otro mundo. Uno, un hippy con bicicleta que en realidad se hallaba en la Fiesta de la Diversidad, que se celebra montaña abajo, y ha venido a ver qué se cuece. Otro, un señor de dos metros cuadrados, con falda escocesa: 'No me he equivocado de viñeta', nos aclara, 'es que yo voy de su marido, Guy Ritchie'.

Pues sí. Madonna no es la que mejor canta, ni la que mejor baila, ni la más guapa, pero por eso nos gusta. ¡A las mediocres nos da tanta esperanza!

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_