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Reportaje:NOTICIAS Y RODAJES

Málaga, plataforma del documental

La cuarta edición del Festival de Cine ha celebrado por primera vez una sección competitiva, que ha albergado títulos de gran calidad procedentes de España y de Iberoamérica

Siempre se apostó en Málaga por el documental, pero nunca como ahora. La cuarta edición del Festival de Cine Español asiste a la reconversión de su propuesta tradicionalmente más interesante en un certamen competitivo, con una sección informativa y una retrospectiva -este año, dedicada a la historia del documental en España-, además de un mercado y un congreso que reunieron, el pasado fin de semana, a autores, especialistas, programadores televisivos y productoras. No es por casualidad. Porque si algo queda claro este año en Málaga es que la calidad de los documentales supera con claridad a la de las películas de ficción que conforman lo teóricamente más apetitoso de su programación.

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Veintidós países representados, 45 compradores de televisiones y empresas de distribución, y un volumen de negocio no especificado, aunque en todo caso respetable, es el balance final de Mercadoc, el primer mercado del documental que este año, coincidiendo con el I Congreso Español e Iberoamericano de este cine, se llevó a cabo el pasado fin de semana. Es ésta una iniciativa peculiar, toda vez que el cine de no ficción suele tener problemas de plataformas y canales y, afirman con no disimulado orgullo los responsables del festival, se trata de una iniciativa inédita en cualquier festival de cine del mundo.

Pero más allá de las cifras de negocio, incluso de la confesa utilidad que para todos los participantes tuvo el congreso, lo cierto es que si por algo será recordada esta edición es por el excelente nivel de la oferta documental, tanto en competición como en la sección informativa.

Aun cuando, a la hora de redactar estas líneas, quedan por ver dos de los títulos de la selección oficial, entre ellos el esperado El juego de Cuba, de Manuel Martín Cuenca, que llega aquí precedido de grandes elogios y que resulta un recorrido por la revolución castrista, sus triunfos, decepciones y fracasos a partir de cómo la han vivido famosos jugadores de béisbol, se puede afirmar que por la amplitud temática, la variedad de las propuestas formales y el interés de las propuestas, son los documentales latinoamericanos los que se llevan la palma.

Se debe dejar constancia del impacto que, entre el público, obtuvo un filme español Asesinato en febrero, de Eterio Ortega, ya estrenado comercialmente y firme candidato a alzarse con el premio del público; e, igualmente, recordar la coherencia de dos propuestas biográficas de factura clásica, Francisco Boix, un fotógrafo en el infierno, de Llorenç Soler, y Luis Miguel Dominguín, el número uno, de la francesa Marianne Lamour, que presenta un impresionante catálogo de imágenes inéditas.

Pero lo mejor visto hasta la fecha tiene procedencia brasileña. Noticias de una guerra particular, de J. Moreira Salles y Katia Lund, es una impactante denuncia de cómo el tráfico de drogas destruye cada día el tejido social de una ciudad como Río de Janeiro, desde el punto de vista de todos sus actores: policías, ciudadanos de a pie y traficantes, con una demoledora conclusión: es imposible salir de la infernal espiral de venta y consumo. Saudade do futuro, de Marie Clémence y César Páes, es un complejo y fascinante mosaico sobre la vida de los inmigrantes del noreste en São Paulo, apoyado en la rica música popular del país. Entre ellos se repartirán, a buen seguro, los galardones del jurado.

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