Una luz en el túnel de los malos tratos
Una víctima de la violencia doméstica, Rosa María Batet, publica un libro para ayudar a las mujeres agredidas
Palizas, chantaje, cárcel. Absolución y escritura como terapia. La cura se ha convertido en una novela autobiográfica sobre los malos tratos. Su autora, Rosa María Batet Martí, pretende con ella ayudar a las víctimas de la violencia doméstica. 'Es una experiencia terrible, pero se puede salir', asegura. Lo avala con el título: El largo camino hacia la libertad.
Largo y difícil. Tanto que ella se siente una privilegiada. 'Yo tenía autonomía económica, carecía de hijos pequeños y disponía de una casa propia. Eso, y el apoyo de mis amigos, me impulsó a dar el paso, porque las ayudas públicas para las maltratadas son insuficientes. Las instituciones deben mojarse más', afirma esta catalana de 50 años.
Cuando la mujer logró sentirse libre, aún quedaban las pesadillas, la asunción del error. El amor se había convertido en una trampa. 'Al escribir, muchas veces se me saltaban las lágrimas', recuerda.
La peripecia de Batet empezó de una forma plácida. Durante unas vacaciones en Cuba, en 1994, conoció a un camarero. Entablaron amistad. Al regresar a Barcelona, la mujer le envió los medicamentos y revistas solicitados. Comenzó la correspondencia. Dos años después, Batet volvió de turista a la isla caribeña. El camarero la acompañó en las excursiones. 'Empezó a rondarme al ver que yo llevaba 20 años separada. En aquella época yo estaba baja de moral. Creo que él vio en mi una presa fácil y un pasaporte'.
De vuelta a Barcelona, donde trabaja como administrativa de la Generalitat, Batet se casó por poderes con el camarero. En 1997, 15 días después de llegar a España, el hombre le propinó la primera paliza. 'Yo le había buscado un empleo y él no quería trabajar, decía que le estresaba. Sacó a relucir una agresividad que yo no conocía. No le denuncié porque me pidió perdón', relata la autora. Los golpes le produjeron un desprendimiento de retina, pero en su lugar de trabajo explicó que la habían intentado robar. 'Eso o que te has caído es lo que se suele decir, porque cuesta reconocer la realidad y se tiende a justificarla', explica la mujer.
Mes y medio después llegó la segunda paliza. Esta vez, Batet presentó denuncia. Al volver de la comisaría para echar de casa al marido, éste inició una nueva tanda de golpes. 'Vi que me mataba. Intenté defenderme. Agarré lo primero que encontré, un cuchillo que había sobre la mesa. Él me lo quitó. Nos herimos. Yo a él, superficialmente. A mí hubo que darme ocho o diez puntos en la mano'. Pero la víctima se convirtió en reo. 'Cuando escuché que el juez me enviaba a prisión, me derrumbé', recuerda.
Batet pasó seis días en el centro penitenciario de Wad-Rass, acusada de haber intentado matar a su marido. 'Tanto las presas como los funcionarios me ayudaron mucho. Me convencieron de que yo podría superar aquello'. Al salir, la mujer se cobijó en casa de sus padres. Volvió a su trabajo. 'Entonces, él intentó chantajearme. Quería dinero a cambio de no presentarse en el jucio. Me negué'.
En 1999, la justicia declaró inocente a Batet. 'Me absolvieron a mí, pero no le condenaron a él', puntualiza. Ella logró la rápida anulación del matrimonio. El ex marido, perdido el permiso de residencia, volvió Cuba.
Batet encontró en la escritura una manera de liberarse de la experiencia. Los primeros renglones, sobre sentimientos, dieron paso a la novela que ahora publica la editorial Katelani. De lo vivido le quedan enseñanzas y ningún resquemor hacia los hombres. 'Quiero que el libro sirva para que las mujeres maltratadas se den cuenta de que se puede salir de esa situación con ayuda externa y voluntad propia', asegura la autora. Aunque sea largo, el camino hacia la libertad existe.
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