22 autores de las dos orillas unen sus voces para enseñar cómo ayuda a vivir la poesía
Un festival poético en la Casa de América acoge hoy y mañana una cita llena de diversidad
Son citas muy habituales en Latinoamérica. Usuales y muy concurridas. Las hacen en Bogotá, Managua, Buenos Aires, Santiago de Chile, el DF... Pero en Madrid, en España, rara avis. ¿Cuántas veces se habrán visto 22 poetas de las dos orillas las caras y los versos por aquí? ¿Cuántas habrán leído sus poemas en directo al público en un auditorio no semiclandestino? Pocas veces, probablemente. Para remediar esa escasez, para demostrar (o no) que vienen buenos tiempos para la poesía latinoamericana, para enseñar algunas de las mejores voces poéticas de los dos lados del charco, para todo eso y alguna cosa más (conocerse, admirarse, debatir, reír o beber, se celebra hoy y mañana en Madrid el I Festival de Poesía de la Casa de América.
Las sesiones son a las 19.00 en el viejo Palacio de Linares. Allí leerán y enseñarán sus afinidades y sus lejanías 22 poetas contemporáneos de acá y de allá, de edades muy diversas y tallas y famas muy distintas. 8 mujeres y 14 hombres, y, curiosamente, 8 de aquí y 14 de allá.
Son los españoles Luis García Montero, Clara Janés, Manuel Rivas, Tomás Segovia (bueno, éste es, según propia elección y definición, mexicano), Jaime Siles, Antonio Cabrera, Lorenzo Oliván y Luis Antonio de Villena. Y los americanos Cristina Peri Rossi (Uruguay), Rosalía Aller (Uruguay), Violeta Medina (Chile), Gioconda Belli (Nicaragua), Álvaro Morales (México), María Mercedes Carranza (Colombia), María Elena Cruz Varela (Cuba), Juan Gustavo Cobo Borda (Colombia), Miguel Cabrera (Perú), Noni Benegas (Argentina), Andrés Fisher (Chile), Juan Manuel Roca (Colombia), Pío Serrano (Cuba) y Mario Trejo (Argentina).
Se trata, sobre todo, de difundir la poesía, eso tan grande y tan indefinible que para el guatemalteco Luis Cardoza y Aragón es 'la única prueba concreta de la existencia del hombre en la tierra'.
Tomás Segovia y María Mercedes Carranza, menos contundentes, sostienen que 'la poesía ayuda a vivir'. Y aunque Segovia añade que después de Auschwitz resulta monstruoso seguir escribiendo poesía, también matiza que Auschwitz puede volver a ocurrir cualquier día y que la poesía es un símbolo contra la barbarie.
María Mercedes Carranza, colombiana, denuncia con suaves gritos la situación de su país: 'Es de franca liquidación, un genocidio incluso peor que el de los nazis, una guerra narco, atroz, de guerrillas y paramilitares que sólo son carteles y pelean no por política, sino por el territorio de la coca y la amapola'. Y añade que 'mientras Europa y Estados Unidos ponen la nariz y consumen el 90% de la cocaína, Colombia pone los muertos y aspira un 10%'. Dicho esto, aclara que, a pesar de esta terrible situación, o precisamente por ella, todo eso le empuja a seguir escribiendo versos cada día.
Versos como bálsamo. Igual que el veterano luchador Tomás Segovia, que vive modestamente, traduciendo, a Harold Bloom, a Shakespeare, Hamlet, lo que haga falta. Y, a la vez, echando de menos que haya más conexión entre España y América, más comprensión. 'Había mucha más a finales del siglo XIX, sin Internet ni televisión'.
Carranza cree que el desinterés es sobre todo español, como demuestra el 'portazo en las narices a los ciudadanos colombianos'. Y Segovia culpa a los medios, a su actitud 'prepotente, colonial'.
De ahí, quizá, las diferencias tan notables en la recepción de las diferentes influencias aquí y allí, la incomunicación pese a la temida globalización. 'Un poeta mexicano se parece más a uno estadounidense que a un español, pero todos pertenecemos a la misma modernidad global, todos somos Occidente', dice Segovia. 'Sí', ironiza Carranza, 'pero no conozco a ningún poeta español que influya en uno latinoamericano'.
Menos mal que nos queda la herramienta, la lengua, esa joya común que nos hace entendernos a pesar de localismos y disimulos. 'Los poetas somos escritores de pocas palabras', concluye Segovia, 'pero no cabe duda, tenemos el patrimonio común, el idioma, cuya unidad es importantísima. La Academia debería creérselo de verdad, asumir que los españoles son sólo el 10% de los hablantes y hacer diccionarios rigurosos, que señalen los españolismos igual que hacen con los americanismos'.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.