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Columna
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Una visión crítica del escultismo catalán

El cant dels adéus, la cuarta novela de Lluís Maria Todó (Barcelona, 1950), es uno de esos libros que uno devora con atención creciente. Más allá del interés literario e incluso testimonial de Els plaers ficticis, El joc del mentider y L'adoració perpètua, sus tres novelas anteriores, en El cant dels adéus Lluís Maria Todó nos ofrece una visión crítica del mundo del escultismo, uno de los movimientos que más influencia tuvieron en los sectores catalanistas y antifranquistas de la sociedad catalana, en especial a partir de mediados de la década de 1950 y prácticamente hasta más allá incluso del inicio de la transición a la democracia, cuando más de 10.000 niños y niñas, adolescentes y jóvenes catalanes integraban el entonces muy influyente escultismo en Cataluña.

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Evidentemente, El cant dels adéus no es el primer libro en el que se habla sobre el escultismo catalán, ni es éste tan sólo su gran tema. Se han publicado algunos estudios sobre este movimiento, casi siempre desde una visión acrítica e incluso un tanto hagiográfica, pero la novela de Lluís Maria Todó es, al menos por lo que conozco, el primer relato un tanto autobiográfico de uno de aquellos niños y adolescentes catalanes que formaron parte del movimiento scout catalán, en concreto a principios de la década de 1960. Y tiene el mérito indiscutible de ofrecernos una visión crítica, que aun siendo corrosiva en muchos aspectos no deja de tener también algunos acentos de ternura, de un movimiento que, como tantas otras cosas de aquellos años, en muchas ocasiones se ha tendido a presentar con una imagen un tanto mitificadora y, por consiguiente, mixtificadora.

Para Todó, el escultismo catalán fue durante el franquismo una de las expresiones más cabales y acabadas de una cierta forma de catalanismo que se ha perpetuado hasta nuestros días en el poder, impregnando a la práctica totalidad de las formaciones políticas catalanas surgidas del antifranquismo, lo cual es lógico ya que buen número de sus dirigentes desde el mismo inicio de la transición hasta la actualidad estuvieron integrados de algún modo en el escultismo. No deja de tener razón Todó, en especial cuando destaca el peso que en la gran mayoría del movimiento scout de aquellos años tuvo la Iglesia católica, sin cuya protección oficial difícilmente hubiese podido existir y sobrevivir en aquellos tiempos de dictadura, y que confirió un cierto nacionalcatolicismo catalán a nuestro movimiento scout.

Una cierta concepción nacional-católica -aquella que hacía que algunos, como Todó subraya en su novela, cantasen El cant dels adéus en una insólita versión en la que 'la llei que ens agermana / ens fa més forts i ens fa més grans, / si ens fa més bons minyons, / també ens fa ser més catalans', quedase convertida al final en 'també ens fa ser més cristians'-, la misma que enraíza con la célebre frase atribuida al obispo Torras i Bages -'Catalunya serà cristiana o no serà'-, y que de alguna manera estuvo en el mismo origen de la primera formación parapolítica fundada ya en 1955 por Jordi Pujol, CC -según unos, Crist-Catalunya, según otros Catalans Cristians o Catòlics Catalans, para dividirse luego con la creación, en 1962, de Comunitat Catalana-, de la que surgieron importantes figuras del antifranquismo catalanista con notable incidencia no sólo en CDC, sino también en otras formaciones políticas, en especial en el PSC.

La lectura de El cant dels adéus, con el trasfondo del escultismo catalán durante el franquismo, nos ayuda también a recuperar la imagen real de ciertos sectores de la sociedad catalana, y en concreto barcelonesa, de aquellos años tan grises. A casi cuatro décadas de distancia de la fecha de 1964 en la que Todó sitúa su novela, ésta puede sorprender a quienes no vivieron aquellos años, pero el retrato de ellos que nos ofrece El cant dels adéus es de una gran lucidez. Lo es en especial en la descripción que nos hace de la feroz represión sexual de la época, una represión mucho más dura aún con todo tipo de orientación sexual considerada entonces heterodoxa o incorrecta, y por tanto con la homosexualidad, pero lo es también en la explicitación de muchos otros aspectos que pueden ayudar a comprender mejor la realidad actual de la sociedad catalana, muy impregnada todavía por el poso dejado, para bien y para mal, por la influencia enorme que el escultismo tuvo como expresión de la resistencia catalanista a la dictadura.

Cuando la novelística contemporánea en lengua catalana a menudo parece estar centrada en una visión que va del ruralismo al cosmopolitismo, pero que con frecuencia parece olvidar nuestro más inmediato pasado y obviar la realidad barcelonesa, El cant dels adéus constituye una visión inteligente y crítica de un pasado reciente, eminentemente urbano, barcelonés y burgués, que tuvo y tiene aún un peso importante en nuestra sociedad. Leyendo a Todó se puede comprender mucho mejor la Cataluña de hoy, tanto en la política como en la cultura.

Jordi García-Soler es periodista

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