Misterio electoral
Los periódicos de calidad se distinguen, entre otras cosas, por su pretensión permanente de rigor. Periódicos de calidad no es una denominación pretenciosa, sino un término acuñado en el mundo anglosajón, para distinguirlos de la prensa popular y, por supuesto, de la amarilla.
Una característica común de esa prensa de calidad es el relieve que otorga a la información internacional, lo más personalizada posible, a través de sus propios corresponsales o enviados especiales en los escenarios donde se representan los acontecimientos que más puedan interesar a cada país.
Las elecciones italianas -no es necesario explicar lo obvio- fueron acontecimiento de primera magnitud para este periódico y se han cubierto en la medida correspondiente a ese carácter.
Pero sucede que, como en cualquier proceso electoral, lo más importante es el resultado. Claro que el periódico, como todos los demás, ha contado a sus lectores que Berlusconi, al frente de la coalición La Casa de las Libertades, ha sido el ganador. Se han contado también las peripecias de la jornada electoral, que se prolongó en algunos puntos de Italia hasta bien entrado el día siguiente, y, por supuesto, se ofrecieron resultados provisionales.
Pero, el pasado día 17, Alfonso López se dirigió al Defensor para hacerle notar que en la información del martes día 16 se dice que, sobre un total de 630 escaños, La Casa de las Libertades obtuvo 386; El Olivo, 242, y Refundación Comunista, 11.
El lector ha sumado y le sobran nueve escaños. Además señala que, por lo que respecta al Senado, la misma información otorga a Berlusconi 177 escaños; a El Olivo, 125, y a Refundación Comunista, 3. Alfonso López volvió a sumar y esta vez le faltaban 10 senadores, ya que la Cámara está compuesta por 315.
Además no se ofrecían el número de votos ni el porcentaje de cada formación, algo que sí se publicó el día anterior, pero cuando el recuento era parcial.
Total que, tres días después de las elecciones, los lectores de EL PAÍS no conocían el resultado exacto de las elecciones de un país tan próximo y tan importante para las relaciones y los intereses del nuestro.
La verdad es que el resultado no lo sabía nadie y que, a estas alturas, sigue sin saberse, porque las impugnaciones que se han producido mantienen el suspense sobre la composición definitiva de las cámaras.
José Manuel Calvo, redactor jefe de la sección Internacional, ha ofrecido al Defensor la siguiente explicación:
'Los resultados de las elecciones generales celebradas en Italia el pasado 13 de mayo todavía no son oficiales debido a los recursos interpuestos por diversas formaciones políticas en la asignación de escaños por voto proporcional. Todavía no se han asignado entre 10 y 14 escaños de la Cámara de Diputados que, aunque en un principio irían a parar a la formación de Silvio Berlusconi, Forza Italia, están pendientes del fallo de las autoridades electorales italianas. Nuestra corresponsal en Roma, Lola Galán, nos dice que es posible que el próximo martes estén resueltas las reclamaciones, porque el día 30 se reúnen las cámaras en sesión inaugural. En todo caso, no afectarán al resultado de las elecciones -es decir, a la mayoría absoluta de Berlusconi en ambas cámaras-, sino a la correlación de fuerzas internas de la coalición ganadora'.
Todo esto es cierto y, además, parece razonable, pero una vez que se advirtió la inexactitud de los primeros datos pudo hacerse un esfuerzo más claro para informar a los lectores de la situación y advertirles expresamente de las incorrecciones cometidas y de la necesidad de esperar para ofrecer resultados definitivos.
El conflicto
El conflicto por antonomasia, la guerra árabe-israelí, ha alcanzado en las últimas semanas un mayor dramatismo, si es que es posible hablar con claridad de niveles dramáticos en un enfrentamiento que se remonta a principios del siglo pasado.
Lo cierto es que la llegada al poder de Ariel Sharon ha supuesto un recrudecimiento de las tensiones, con abundancia de episodios mortales y con posiciones radicalizadas.
Ese nuevo clima -parcialmente nuevo, por supuesto- parece haberse trasladado a los lectores que en las últimas semanas han dirigido al Defensor reproches para el periódico, desde las dos posiciones.
Siempre por correo electrónico, en muchas ocasiones desde el extranjero y normalmente tras la lectura del periódico en la Red, le achacan, indistintamente, veleidades propalestinas o projudías, aunque ganan ligeramente los primeros.
Todos tienen también una característica común: aunque se refieren a distintos episodios, hay quienes piensan que se destaca injustamente la actuación israelí, tiñéndola de una, a su juicio, inexistente brutalidad, y hay quienes lanzan acusaciones en el sentido de que el periódico minimiza el comportamiento, en su opinión asesino, del Ejército israelí.
Incluso la viñeta de El Roto publicada el jueves provocó una airada protesta de Miguel Fonda por entender que se atribuía a todo un pueblo -el judío- un comportamiento execrable y que ello suponía una expresión racista y xenófoba.
Se llega incluso a discernir el uso de determinadas expresiones en los titulares por aquello de que, sin duda, el lenguaje es cualquier cosa, menos inocente.Lourdes Delgado, desde Nueva York, asegura que tiene posiciones ambiguas sobre el conflicto, pero se extraña por este titular: Dos jóvenes israelíes son asesinados a pedradas en venganza por la muerte de un bebé.
'¿Por qué escogieron asesinados', pregunta, 'para describir la muerte de los adolescentes israelíes y simplemente muerte para el bebé palestino, cuando éste falleció por el impacto de un obús israelí?
Estos ejemplos pueden servir para hacerse una idea de la hipersensibilidad que despierta el conflicto y, en consecuencia,las informaciones que intentan contarlo.
El Defensor piensa -y no por ofrecer una solución salomónica- que mientras subsista el enfrentamiento el periódico tendrá que someterse a lecturas muy condicionadas por emociones y sentimientos.
Eso no significa que nunca se cometa un exceso, o un error, que tiña la información de cierto sesgo hacia uno u otro bando, pero en este asunto, como en cualquier guerra, el porcentaje de pasión con que los espectadores la contemplan hace inevitables reacciones de reproche que, en ocasiones, pueden estar justificadas.
Los adolescentes asesinados y el niño muerto no son sino un intento por no repetir palabras en el titular, pero, al mismo tiempo, resulta inevitable que alguien lo lea como expresión de un intento por criminalizar a unos y absolver a otros.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número 91 337 78 36.
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