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Reportaje:

Los socialistas europeos marcan distancias

Las tesis reformistas británicas son cada vez menos influyentes en el continente

Guillermo Altares

Lo curioso de la influencia de la tercera vía en el socialismo español es que se produjo antes de que Anthony Giddens teorizase el nuevo laborismo desde la London School of Economics, incluso antes de que Tony Blair llegase al poder. Se produjo cuando Margaret Thatcher todavía no era baronesa y se daba a los excesos del liberalismo salvaje desde el 10 de Downing Street. 'Cuando leímos La tercera vía, de Giddens, nos dimos cuenta de lo atrasados que habían estado los laboristas británicos', asegura Jordi Sevilla, responsable de economía en la ejecutiva del PSOE.

Según Sevilla -y con él están de acuerdo otros socialistas españoles-, en las políticas de los gobiernos de Felipe González ya se pusieron en marcha muchos de los principios (aceptación del mercado, renovación de las instituciones públicas, importancia de la sociedad civil) que más tarde se convertirían en las tesis desde las que refundó el laborismo. 'No representaba nada que no hubiésemos estado haciendo; aunque es verdad que había propuestas interesantes como la respuesta a la gran crítica conservadora a la red social. Lo único es que nosotros no teorizamos una práctica', agrega Sevilla.

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No es que los socialistas españoles, franceses o alemanes rechacen la tercera vía o marquen distancias con Blair. Simplemente consideran que se trata de una teoría que ha sido vendida con mucha habilidad, pero que aporta pocas novedades. 'Es difícil ser de una cosa que en sí es bastante indefinida', dice José Andrés Torremora, jefe de Gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero. 'Es un discurso basado en la realidad británica, con el que ha coqueteado la izquierda europea. Como no tiene un contenido específico, difícilmente puede ser exportable', señala Ludolfo Paramio, profesor de investigación en la Unidad de Políticas Comparadas del CSIC.

Durante el V Congreso del Partido de los Socialistas Europeos (PSE), que se celebró en Berlín hace dos semanas con la ausencia de Blair, que se encontraba en campaña electoral, quedó claro, según fuentes del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), que la familia socialista había dejado atrás la tercera vía. De hecho, en el documento final no aparece citada ni una vez.

'Creo que esa distancia es anterior, seguramente desde el triunfo de Jospin en Francia', asegura Amelia Valcárcel, directora de la revista Leviatán, la publicación teórica del socialismo español. 'Tuvo un momento en que pareció que iba a ser muy importante. Apareció en el mismo momento en que se fundó El Olivo en Italia y representó un loable esfuerzo para recuperar el discurso tras la caída del socialismo real'.

Contenido poco preciso

'La tercera vía es una orientación política que no tiene un contenido muy preciso. Fue muy escuchada al principio, cuando Blair consiguió acabar con el thatcherismo; pero ha ido perdiendo fuerza', señala Henri Nallet, secretario de relaciones internacionales del Partido Socialista Francés y ex ministro de Justicia a principios de los noventa. Según él, los socialistas franceses se sienten más cercanos de los alemanes, italianos o españoles.

Una de las claves de esta paulatina distancia es la firme voluntad europeísta de los socialistas continentales, frente a la tibieza laborista. 'No sé muy bien dónde está la aportación política de Blair. Creo que no es suficientemente europeísta', agrega Nallet. En Alemania ocurre lo mismo. 'Entre los socialdemócratas de Schröder, la tercera vía también encuentra sus detractores', escribió el viernes en el Financial Times el analista Thomas Kielinger. 'Es sobre todo en las áreas sociales donde las divergencias son más grandes. Y por no mencionar el euro', agregó.

'Como la espuma del champán, que al principio subió mucho y luego baja', dice Sevilla para definir la influencia del pensamiento organizado desde el laborismo. Torremora recuerda: 'Hay otra izquierda que no es la de Giddens. Jospin es una buena prueba de ello, aunque no tenga tanta teorización detrás'.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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