'Queremos que el Reino Unido participe en el euro'
Tony Blair ha intentado en sus cuatro años de Gobierno transformar el Partido Laborista en una socialdemocracia moderna, cuyos valores él mismo resume en 'solidaridad, oportunidades para todos y responsabilidades de todos'. Cree que su misión aún no ha concluido y, en un segundo mandato, aspira a profundizar en la modernización de la sociedad británica impulsando una reforma radical de los servicios públicos. Parte como favorito para ganar las elecciones generales del próximo 7 de junio, frente a la oposición conservadora, liderada por William Hague, que no consigue recortar la distancia de hasta 20 puntos que separa a ambos partidos en los sondeos de opinión.
Pero el primer ministro, de 48 años, no cae en la autocomplacencia. Recorre la isla de norte a sur y de este a oeste, en una campaña que, irónicamente, cobró vida con una serie de inesperadas trifulcas con un público visiblemente desilusionado con la gestión del neolaborismo. El martes, Blair hizo una pausa en su recorrido por hospitales londinenses para someterse a las preguntas de seis periódicos europeos, entre ellos EL PAÍS. El encuentro tuvo lugar en la torre de Millbank, el centro de la maquinaria electoral laborista que se levanta frente al Támesis, e inevitablemente la sesión arrancó con Europa, la llaga en la vida política y social británica.
'Sigo creyendo en la 'tercera vía', en una política que combine prosperidad y justicia'
Pregunta. ¿Es compatible su objetivo de mantener una posición destacada en la Unión Europea y no adoptar el euro?
Respuesta. Obviamente es más difícil ser un protagonista principal en Europa estando al margen de la moneda única. Por otro lado, sólo podemos adoptar el euro cuando las condiciones sean adecuadas porque se trata de una unión económica. Es importante, por tanto, que beneficie a nuestros empleos, nuestra industria y nuestras inversiones.
P. ¿Puede imaginarse al Reino Unido fuera de la eurozona una vez que expire la próxima legislatura, esto es, en el 2005 o 2006?
R. Bueno, siempre hemos dejado en claro que el ingreso se condiciona al cumplimiento de los baremos económicos que nos hemos fijado. Sin embargo, somos favorables a que el Reino Unido participe en el proyecto de la moneda única. Pensamos que puede aportar beneficios al país, pero debe juzgarse de acuerdo con la fórmula que hemos establecido.
P. La campaña proeuro no ha comenzado y el debate parte exclusivamente de los sectores que se oponen a la abolición de la libra. ¿No está agotando el tiempo de que dispone para celebrar el referéndum que ha prometido?
R. No ha comenzado porque en este momento no estamos pidiendo a la gente que se una al euro. Si recomendamos el ingreso y se inicia el debate, no me cabe duda de que habrá múltiples oportunidades para presentar los argumentos. El debate será considerable. En cuanto a Europa en general, hacemos campaña constantemente porque es un tema que me preocupa mucho.
P. ¿La visión de una Europa federal que plantean algunos Estados miembros dificulta su campaña europea?
R. No. Me parece absolutamente correcto que haya un debate sobre el futuro de Europa. Pero cuando se analiza detenidamente lo que la gente está diciendo, tanto en Alemania como en otros países, se descubre que ellos quieren una Europa que preserve las respectivas identidades nacionales y coopere en base a intereses comunes.
P. ¿La descentralización del poder que usted impulsó facilitando la autonomía en Escocia, Irlanda del Norte y Gales es un argumento igualmente válido para una Europa federal?
R. Es importante reconocer que hoy en día se están produciendo dos fenómenos simultáneos: autonomía dentro de los Estados nacionales y cooperación entre ellos. Ambos son intentos de encontrar el nivel adecuado donde se deben tomar las decisiones. Pero la mejor vía de encauzar el debate europeo consiste en explicar que, como país, nuestro interés nacional se beneficia de una cooperación más intensa. No debemos aceptar el argumento de los euroescépticos de que la nación es el precio a pagar cuando los países trabajan juntos en una unión como la UE.
P. ¿Cómo anticipa la relación con el Gobierno italiano tras la victoria de Silvio Berlusconi?
R. No tengo ninguna dificultad a la hora de trabajar con el Gobierno conservador español y creo sinceramente que también trabajaré estrechamente con el Gobierno de Berlusconi. Tengo muchas ganas de hacerlo. Cuando le conocí en Londres, le vi muy centrado, muy claro en su agenda de cambio para Italia. Obviamente, nos interesa a todos que desempeñe un papel fuerte en Europa y estoy seguro de que habrá áreas en las que ambos podremos impulsar una agenda común a pesar de que ocupamos posiciones diferentes en el espectro político.
P. Berlusconi en Italia, Bush en Estados Unidos..., ¿son signos del comienzo de una nueva era tras la oleada de socialdemócratas?
R. No. Hay una tendencia modernizadora muy fuerte de centroizquierda, pero no me sorprende en absoluto que, de vez en cuando, el electorado de países concretos quiera cambiar de gobierno. Tan sólo espero que no lo quieran hacer aquí.
P. En sus discursos electorales no ha mencionado hasta la fecha la tercera vía. ¿Ha tocado suelo el concepto tras el cambio en Italia y EE UU?
R. Sigo creyendo firmemente en la tercera vía. La base de mis convicciones reside en la búsqueda de una vía de avance en la política de centroizquierda que combine ambición y prosperidad económica con compasión y justicia social. Ésta es la raison d'étre de mi vida política, y continúa siéndolo.
P. ¿Su plan de ceder a la iniciativa privada la gestión de los servicios públicos no supone una privatización por la puerta trasera?
R. Lo importante es proporcionar un servicio decente al paciente en la Seguridad Social, al escolar en el colegio, al ciudadano en general en lo que a ley y orden se refiere. Y, si lo podemos ofrecer mediante alianzas entre los sectores público y privado, adelante. Con nuestra Iniciativa de Financiación Privada hemos construido hospitales, y aproximadamente un centenar más de nuevos complejos hospitalarios están en vías de desarrollo.
P. ¿No teme un desastre similar al del transporte ferroviario?
R. Nosotros no privatizamos los ferrocarriles. Lo hicieron los conservadores y fue un error. Nacionalizarlos ahora implicaría una demora en la inversión de capital de dos años. Algo que no nos podemos permitir. Lo crucial es proveer servicios decentes y, en el caso de la Seguridad Social, que la atención al público sea gratuita.
P. Su inquietud reformista se extiende al conjunto de la sociedad para, dijo esta semana, despedir por fin la era Thatcher. ¿A qué se refería en concreto?
R. Ha llegado la hora de que el Reino Unido se mueva más allá del thatcherismo, que deje de dominar el debate político. Quedan cosas positivas de los años ochenta, pero también muchas negativas: la infrainversión en los servicios públicos, la división social, la inestabilidad económica crónica... Debemos intentar preservar aquello que funciona desde los ochenta y rectificar la parte errónea del legado.
P. ¿Implica dejar atrás la rivalidad entre nacionalismo y europeísmo?
R. Sí, debemos superar la idea de que para ser probritánico se debe ser también antieuropeo. Yo soy un patriota y creo en mi país, pero también creo que el Reino Unido debe mantenerse dentro de Europa. Yo soy europeo, por supuesto, pero antes soy británico.
P. Algunos sectores de opinión europeos denuncian la falta de corazón, de justicia social, del capitalismo anglosajón, y ponen como ejemplo más reciente la salida del continente de Marks & Spencer.
R. Que Marks & Spencer sea una firma británica no debe interpretarse como una muestra de la totalidad de lo que ustedes llaman capitalismo anglosajón. No hay más que ver lo que hemos hecho en este país: el salario mínimo, ayudas a las familias con recursos moderados, incremento de las subvenciones destinadas a los menores... Hemos contribuido mucho en la expansión de la justicia social en este país. Y, a nivel europeo, las relaciones del Partido Laborista británico con los socialistas franceses o con el SDP alemán nunca han sido tan fuertes como ahora. Desde luego, yo no las he conocido tan robustas.
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