Guarderías en la encrucijada
El Ayuntamiento de Barcelona se plantea cómo reducir el coste de sus 'escoles bressol' y crear nuevas plazas
La presión social para que se creen plazas de parvulario para niños menores de tres años, que ya comportó que el Ejecutivo de CiU prometiera en el Parlament la constitución de 30.000 plazas en tres años, ha abierto también el debate sobre los modelos actuales y, más concretamente, acerca del de las escoles bressol del Ayuntamiento de Barcelona. El gran prestigio y alto nivel educativo de éstas va parejo con su elevado coste, lo cual ha impedido en los últimos años que el consistorio barcelonés pudiera aumentar su oferta.
La revisión de este modelo, cuyo coste por niño y año es de 1,2 millones de pesetas, ya la intentó Eulalia Vintró, quien consiguió sólo concitar la oposición férrea de profesores y padres de alumnos. Su sucesora al frente del Instituto Municipal de Educación de Barcelona, Marina Subirats, tiene ahora algo más de un año para lograr convencer al colectivo que conforma las 34 escoles bressol de titularidad municipal -la Generalitat tiene sólo tres en Barcelona- de que es necesario reducir el coste anual de cada plaza a no más de 750.000 pesetas para poder ampliar la oferta, a menos que el Ayuntamiento opte por crear una doble red de parvularios con modelos distintos.
El Ayuntamiento y la Generalitat firmaron recientemente un convenio por el que la Administración autonómica aportaba 250.000 pesetas para la creación de nuevas plazas de parvulario, algunas de ellas en espacios dejados vacíos en escuelas de primaria y otras en nuevas instalaciones, al tiempo que se comprometía a aportar 200.000 pesetas anuales por niño. Según los criterios que aceptan tanto Subirats como el Departamento de Enseñanza, el modelo de financiación prevé que el coste debe ser asumido por tercios: un tercio la Administración municipal, otro la autonómica y el tercero las familias. La comida debe ir igualmente a cargo de los padres del pequeño, lo cual deja el coste por plaza en Barcelona en 750.000 pesetas.
El primer paso que ha dado el IMEB para ajustar el presupuesto de sus escoles bressol ha sido aumentar ligeramente la proporción de niños con relación al profesorado, lo cual ya ha levantado serias protestas por parte del colectivo.
El fondo de la cuestión, sin embargo, estriba en la existencia de un doble turno de educadores, que es lo que más encarece el modelo. A diferencia de lo que sucedió en 1997 cuando Vintró intentó la reforma, en estos momentos buena parte del colectivo de las escoles bressol del Ayuntamiento de Barcelona no se cierra en banda y está dispuesto a sentarse a negociar posibles soluciones.
La percepción social de la situación ha cambiado considerablemente, y también lo hará la propia regulación legal de este segmento de la educación que por ley no es obligatorio ni, por tanto, gratuito.
La consejera de Enseñanza, Carme Laura Gil, pretende sacar adelante un decreto para regular este sector que de hecho legaliza modelos que no prevén en absoluto, que se trate de un sistema educativo, sino simplemente de un servicio social de guardar, -'aparcar', según los críticos- niños. Si el periodo de cero a tres años se considera educativo, debe entonces regirse por la ley.
El decreto de la Generalitat plantea tres tipos de centros: escuelas infantiles, con carácter educativo, con control directo del Departamento de Enseñanza y sometidas a las leyes; guarderías con función asistencial y educativa, si es necesario, con control compartido entre los ayuntamientos y Enseñanza, y sin regulación legal, y un tercer tipo de servicios de atención a la infancia, con finalidad de cuidado y custodia, sin ningún tipo de control y en función de las necesidades e intereses de los padres y madres y sin garantía de titulación del personal a cargo de los niños.
La aparición legal de estos modelos supondrá, sin duda, un replanteamiento del modelo de servicio para los niños menores de tres años, que, además de educativo, para muchas familias tiene un componente claramente práctico de tipo laboral, lo cual simplemente se entiende por tener al pequeño controlado mientras se cumple el horario laboral, un aspecto que tampoco solucionan las propias escoles bressol, que cierran a las 17.30 horas.
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