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Columna
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Unas elecciones presidencialistas

El candidato del PNV sale fuertemente reforzado dentro de su partido

Soledad Gallego-Díaz

Juan José Ibarretxe, en particular, por encima incluso de su partido, el PNV, fue ayer el gran vencedor de las elecciones vascas. El lehendakari empezó la campaña en una posición difícil, con una legislatura fracasada y una convocatoria de elecciones arrancada prácticamente a la fuerza por la oposición. Pero en estos 15 días consiguió convertir unas elecciones parlamentarias en elecciones presidencialistas, en las que se enfrentaban dos únicos candidatos: él mismo y el ex ministro del PP Jaime Mayor Oreja. Y en esa confrontación, Ibarretxe ha sido un claro ganador.

El segundo elemento importante de estas elecciones es que PP y PSE no consiguen desalojar al PNV del Gobierno vasco. Ibarretxe no tendrá mayoría absoluta, pero está, desde luego, en mejor posición que antes para gobernar en minoría. El PNV puede sentirse en general satisfecho con el resultado electoral. Primero, porque ha funcionado la coalición con EA (mucho mejor de lo que funcionó en las pasadas municipales), y segundo, porque ha atraído gran parte del voto de EH. El derrumbe de la coalición ha superado los datos más optimistas y el propio Otegi reconoció anoche su fracaso. 'Muchos seguidores de EH han preferido dar un voto útil para hacer frente al españolismo. Ésta ha sido una campaña del miedo', explicó con mucha razón. Estas han sido, como decía el propio Otegi, elecciones muy marcadas por miedos. Miedo al españolismo radical y represor que se ha utilizado como amenaza fantasmal y antigua por parte de todos los nacionalistas, democráticos o no; y miedo de los no nacionalistas a la violencia, la muerte y la opresión a la que se sienten sometidos por parte de un nacionalismo vasco represor y radical. Resulta difícil prever cómo se podrán ahora controlar esos sentimientos, tan alimentados durante toda la campaña. En cualquier caso, es evidente que se ha producido un movimiento de voto espectacular dentro del propio nacionalismo vasco, hasta extremos que muy probablemente no se esperaba ni el propio PNV y que ha dejado al nacionalismo independentista y violento en su peor situación desde que acude a las elecciones.

Son elecciones con segundas lecturas que apuntan en una dirección: la división, voto a voto, de esta sociedad
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Falta por ver cómo reacciona el PNV ante esta avalancha de voto procedente de sectores radicales independentistas y hasta que punto cree que tiene un compromiso con ellos. Las declaraciones de Xabier Arzalluz, en su primera aparición tras el anuncio de la victoria del PNV despertó alguna inquietud: 'Hoy comienza el verdadero camino a la paz. Nadie se arrepentirá de habernos votado' .

Las elecciones autonómicas vascas son, probablemente, las que más segundas lecturas y análisis requieren de todas las que se celebran en España, específicamente por las diferencias que plantea en los distintos territoririos de Álava, Vizcaya o Guipúzcoa. Pero siempre señalan una misma situación: la división, voto a voto, persona a persona, de esta sociedad.

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Los resultados de esas elecciones son especialmente valiosos para analizar ese enfrentamiento, dado el altísimo nivel de participación. Y ahora se puede decir que en Euskadi hay un 52,7% de la población que tiene una opción política nacionalista y un 46,6% que se opone a ella. La capacidad de relacionarse de esas dos comunidades, puesta en peligro en los últimos tiempos, sigue siendo el principal objetivo de cualquier Gobierno que pretenda suturar las heridas que se han producido ya.

Los sectores del PNV críticos con la línea de Lizarra que han defendido Arzalluz y Joseba Egibar, tienen que volver ahora sus miradas a Juan José Ibarretxe, con la esperanza de que el lehendakari encabece el camino de la moderación y sea capaz de recuperar las históricas relaciones del nacionalismo democratico con el socialismo. En la etapa anterior, Ibarretxe les defraudó, pero ahora confían en que, reforzado por su éxito personal enm la campaña, sea capaz de imponer sus propios puntos de vista en el Euskadi Buru Batzar.

Los más moderados piensan que el lehendakari, aunque tenga una minoria suficiente para gobernar en Vitoria, podría ofrecer un pacto de legislatura al PSE, de forma que se suavicen las relaciones con los sectores no nacionalistas que se van a sentir más frustrados por la clara victoria nacionalista. Algunos de las personalidades que encarnan esa visión conciliadora temen que los resultados electorales lleven a un grupo de valiosas personas a abandonar Euskadi, con el daño que ello produciría en la imagen del País Vasco.

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