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La aventura española de un espía

Durante la II Guerra Mundial, el general colaboró con los anarquistas frente a los nazis

El hoy general Paul Aussaresses tenía 25 años y era subteniente cuando se vio preso en España, en tiempos de la II Guerra Mundial, durante la aventura vivida para convertirse en resistente frente a los nazis que tenían ocupado su país. Los recuerdos le llevan a Pamplona, donde estuvo detenido en 1943, y a un pequeño campo de prisioneros que sitúa en Arnedillo (La Rioja), aunque sabe de otro mucho más grande en Miranda de Ebro.

'Muchos jóvenes franceses intentábamos pasar la frontera española para escapar a los trabajos forzados que nos esperaban en Alemania. Había una representación del general De Gaulle en Madrid que ayudaba a pasar la frontera y tratar de llegar a Marruecos. En total lo intentaron unos 33.000 jóvenes franceses, de los que 3.000 murieron en el intento. La casi totalidad de los que llegaron a Marruecos se enrolaron en las fuerzas francesas, y la mitad murió en combate'.

Aussaresses comenzó pronto su carrera como joven espía. Un padre jesuita, que había servido en la guerra de 1914 a 1918, y que pertenecía al servicio especial formado por De Gaulle, le exhortó a unirse a ellos. Su primera misión fue liberar a un general prisionero en un pueblo del centro de Francia por ser contrario al mariscal Petain, títere de los nazis. 'Mi equipo rescató al general y lo llevó a la frontera. En esa operación colaboró el servicio británico en España, que envió un pequeño grupo de españoles al lugar convenido. Se hicieron cargo del general y de dos oficiales superiores, y a los demás nos entregaron a la Guardia Civil'. Estuvo preso varios meses, hasta que la organización le hizo pasar a Portugal, y de ahí a Marruecos.

'En Casablanca me comunicaron cuál iba a ser mi segunda misión: lanzarme en paracaídas sobre la Francia ocupada. Yo repliqué estúpidamente: '¡Pero si yo no he saltado nunca en paracaídas!', y me dijeron que eso tenía arreglo...' Tras un entrenamiento muy severo en Inglaterra, en 1944 le lanzaron sobre el sur de Francia, en la parte central de la zona pirenaica, para ayudar a un maquis español de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), que contaba con unos 1.500 refugiados. 'Los jefes eran los hermanos Royo, uno médico y el otro abogado'. Se trataba de hacerles llegar comida, dinero y armamento. 'Vivían en las ruinas de un castillo, en el que habían puesto una inscripción en español que decía: 'Agrupación de guerrilleros para la liberación de España', y nos pedían pistolas porque creían que esa era la mejor arma para combatir a Franco, je, je... Pero a nosotros nos interesaba más instruirles en el uso de explosivos'.

¿Qué interés tenía ayudar a este grupo de anarquistas españoles? 'El mando aliado', explica Aussaresses, 'pensaba que ese maquis podía atraer a fuerzas alemanas muy superiores. El 6 de junio de 1944 se había producido el desembarco aliado en Normandía y después hubo otro desembarco en la costa mediterránea, cerca de Tolón: todo lo que se pudiera hacer para distraer una unidad alemana en el Pirineo era contribuir a que pudieran oponer una división menos a los desembarcos aliados'.

Misiones posteriores en Francia y en el territorio alemán, donde vivió el fin de la guerra, completaron la primera parte de una vida fuera de lo corriente. 'Mi última misión en Alemania se desarrolló en una zona donde había millares y millares de prisioneros franceses. Nuestro objetivo era impedir que los alemanes colocaran a esos prisioneros en las carreteras, donde habrían podido morir aplastados por los tanques aliados o haber frenado su avance hacia Berlín. Al final no ocurrió, porque los norteamericanos, como se sabe, se detuvieron en el río Elba y Berlín fue tomada finalmente por las tropas rusas'.

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